domingo, 17 de junio de 2012

Soberanía de acá


En el marco de los homenajes y actos a 30 años de la guerra de Malvinas, que comenzó aquel 2 de abril del año 1982, se presentaron en la escuela de periodismo TEA Rubén Rada, presidente de la Federación de Veteranos de Guerra de Santa Fe, y Julio César Más, integrante del Centro de ex Combatientes de Rosario. Durante la emotiva charla se habló no sólo del conflicto en sí, sino también de la recuperación de la soberanía, del abandono que sufrieron al volver por parte de la política, de la sociedad y de los intelectuales. El llamado a la memoria estuvo presente durante toda  la charla.

Rubén Rada y Julio César Más


Rubén Rada es un luchador. No sólo por haber ido a las Islas sino también por seguir peleando, junto a tantos otros, por recuperar la soberanía. Esa que tantos políticos se llenan la boca a la hora de hacer algún discurso y que después entregan a cualquier grupo o empresa que le pueda dejar algún regalito. Como la memoria es para él lo más importante, no podía empezar de otra manera: “Mientras nosotros estábamos en la guerra el presidente del Banco Nación de ese entonces estatiza la deuda externa para que la tengan que pagar sus viejos y los míos”. Ese presidente era Domingo Felipe Cavallo. “Debemos hacer un ejercicio de memoria y educación”.

Escuchar a Rubén Rada genera muchas cosas: emociona, contagia, su pasión, su valentía, su historia. Sus análisis son tan profundos que hacen pensar a cualquiera que lo escuche que es una persona preparada. Preparada sí, pero sin títulos universitarios. La vida, la lucha, la solidaridad forjaron su personalidad y su sabiduría. Su introducción aún no terminó: “Nos hicieron creer que somos el país más pobre del mundo ¡y no somos pobres! Somos un país rico con gente pobre caminando encima de él. Queremos igualdad, derechos, como quiere todo el mundo. Nuestros recursos nos van a hacer felices. Un pueblo soberano, con trabajadores contentos, que puedan llevar a sus hijos bien vestidos, calzados, para pagar una educación. Necesitamos maestros que luchen, que marchen por planes de estudio y no por aumentos de sueldo”. Esos fueron algunos de sus llamados y reclamos. También remarcó la importancia de “pensadores que no cometan el error que cometieron los de aquellos días que no le explicaron al pueblo qué había pasado y quedó como la historia de un general borracho que se le ocurrió tomar unas islas que flotan en el Atlántico Sur”.

Malvinas es el trampolín para tomar la Antártida y la Patagonia Argentina. Rada lo explica con ejemplos claros: el aeropuerto que está en Malvinas es dos veces más grande que el de Ezeiza “¿Para qué necesitan un aeropuerto de semejante tamaño?”.  Rada deja esa pregunta en el aire y le pasa el micrófono a su compañero.

Julio César Más elije contar su historia hilándola con las que conoce de sus compañeros. Más es una persona a la cual, según él, la solidaridad le salvó la vida. Los puntos centrales de su historia pueden identificarse con alguna de las de los 14600 soldados enviados a combatir en los archipiélagos del sur. “Nosotros nunca nos quejamos, relatamos la guerra. No podemos quejarnos porque se sabe lo que es una guerra, no puede haber cosas buenas. Nosotros nos quejamos del abandono una vez terminado el conflicto”, aclaró. Cuenta su experiencia desde su lugar y afirma que no siempre el hambre se pasó por tener un “jefe hijo de puta”, había lugares donde la comida no llegaba y algunos jefes pasaban hambre junto a los soldados. “No es mi caso. Yo tuve uno que nos hizo morir de hambre, esto está declarado en la Corte Federal y soy denunciante. Me estaqueo por haber ido a robar comida para mis compañeros”.

Más ve con un poco de optimismo la situación ante Inglaterra y dijo que hay que “seguir por el camino construido, cultivarse, entender que soberanía no es solamente Malvinas” sino que es mucho más. “Las Islas son solamente la puertita que nos abre a ese macrouniverso de la soberanía  verdadera. Recuperar lo que nos han robado”. Además rechazó las posturas “fundamentalistas” de no comprar nada Inglés: “Usemos lo que nos dan pero para nuestro bien, sepamos usar y elegir. Hay que lograr que a un chico le guste ponerse una remera argentina. Y darle la libertad también de que si quiere escuchar o ver cosas de otro país, desde su lugar, lo pueda hacer. ¿Por qué yo no puedo ir a ver un recital de Roger Waters? Si no fue quien le pego un tiro a mi compañero ni mandó a hundir el Belgrano”.

“Hoy regalamos petróleo, mar, bancos, subtes, energía eléctrica, yacimientos, montañas enteras, jubilaciones, educación pública, empresas públicas”, vuelve Rada dejando en claro que no se remite solo a las Islas. Además aclara que la situación es muy complicada: el banco que financia al Mercosur "es el mismo que está financiando a las mineras en Famatina y San Juan". Con respecto a la nueva Ley Antiterrorista que atenta contra las libertades de quienes se oponen a las prácticas antes enumeradas, el excombatiente dijo estar en contra: “En algunas marchas me he tenido que esconder. En la ultima el presidente del centro de La Matanza no podía marchar porque te hacen apercibimientos”. Aclaró que la Ley habilita a un juez a usarla en cualquier momento.

Antes de finalizar compartieron su última batalla ganada: la compra de una unidad equipada con audio y video para recorrer el país y darle lugar a todas las realidades, a los que no tienen voz. Para todos los argentinos que luchan por la soberanía. “Decirles a los que por un departamento envenenan un pueblo con Roundup para comprar un departamento para su hijo que nunca va a poder usar porque va a morir envenenado. A los pueblos originarios que expulsan, a los que resisten las minas”. Después del 2 de mayo comienza el recorrido y posiblemente será por el Chaco Salteño a llevar ayuda “a las comunidades que se están muriendo por el mar de soja”, que voltea árboles todos los días. “Vamos a estar en la lucha. Con esa soberanía cubierta vamos a traer a las Malvinas”, finalizó Rada.

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Julio César Más: "Transformamos todo el dolor en algo positivo que fue unirnos en la solidaridad, en ayudar a los demás” 


Cuenta su experiencia desde su lugar y afirma que no siempre el hambre se pasó por tener un “jefe hijo de puta”, había lugares donde la comida no llegaba y algunos jefes pasaban hambre junto a los soldados. “No es mi caso. Yo tuve uno que nos hizo morir de hambre, esto está declarado en la Corte Federal y soy denunciante. Me estaqueo por haber ido a robar comida para mis compañeros. Estuve entre 12 y 18 horas, no recuerdo con exactitud pero sí que hubo una noche en el medio en la que hubo un bombardeo y alguien me vino a sacar, un cabo, hasta que terminó y después me ato de nuevo. Hubo compañeros que fueron enterrados con  la arena hasta al cuello. Esto es parte de la historia, nuestro mensaje es que hay que escribirla completa”. Sus palabras fueron más que elocuentes como para entender la perversidad, la cobardía y la impunidad de los militares argentinos. También contó que al principio no los dejaron contar su historia, “no les prendían los micrófonos” y que después de ver “Iluminados por el fuego” mucha gente se dio cuenta que ellos habían sufrido en la guerra. “Se dieron cuenta de que éramos hombres que fuimos creciendo, nos fuimos juntando y que transformamos todo el dolor en algo positivo que fue unirnos en la solidaridad, en ayudar a los demás”.

Una escuela a la que asisten chicos con capacidades diferentes les rindió homenaje y ahí leyó la frase que decía: “Solo aquel que sufrió el frio, que sintió hambre, que sintió dolor, que estuvo ante la muerte puede regocijarse con el solo hecho de vivir”. Esa experiencia lo hizo dar cuenta que “después de 30 años ya no está perdiendo más batallas, ya las está empezando a ganar”. Como es una persona marcada por las acciones solidarias dio un consejo a la audiencia: “Cuando sientan que no dan más traten de buscar ayudar a alguien no que los ayuden a ustedes. No solamente que van a encontrar a quien ayudar sino que se van a sentirse mejores personas. Así fue como nosotros salimos del abandono. Así fue como terminamos siendo nuestros propios psicólogos, nuestros propios acompañantes terapéuticos. Eso se llama crecer. Los chicos de la guerra crecieron”.


Por Fabián Chiaramello

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