jueves, 6 de septiembre de 2012

Judicialización y atentados contra el reclamo Q’om

Pretender enfocar la causa de los pueblos originarios en Argentina desde una única óptica es una torpeza que debemos esquivar para no seguir alimentando un festejo bicentenario excluyente, que repite su propia historia de inequidad y complicidad asesina. Sin embargo hay un denominador común en todas las luchas originarias a lo largo y a lo ancho de la geografía argentina, los territorios que les pertenecen ancestralmente y les han sido arrebatados.


Hace unos días se volvió a repetir un hecho que los Pueblos Originarios de todo el país vienen denunciando desde hace tiempo, como mecanismos ejecutados desde los estados provinciales y silenciados o legitimados por el Estado Nacional. Se trata de la intimidación a través de atentados contra la vida del referente de una comunidad, contra miembros de su familia y/o el acoso judicial a los mismos procurando desvanecer, ante el silencio social, los reclamos legítimos de dichos pueblos.

Estamos hablando del atentado que sufriera el Qarashé Q’om Félix Díaz una vez más. Recordemos que ya habían hospitalizado un par de veces a su hijo y a otros miembros de la Comunidad Potae Napocna Navogoh, además el mismo qarashé había escapado al monte durante la represión del 2010 ante una bestial cacería que promovió la policía formoseña en su contra. Tras el atentado, un juez de Formosa decidió volver a procesar judicialmente a Félix Diaz y a 23 miembros de su Comunidad, por instigación a la violencia durante el corte de ruta en el cual los Q’om pasaron de ser víctimas a victimarios.

El hecho que mencionamos nos recuerda la muerte, hace algo más de un año, del dirigente Q’om del impenetrable chaqueño Mártires López, atropellado en su ciclomotor (como le sucediera a Díaz hace unas semanas atrás) por una camioneta que le hizo perder el control. También se asemejan las situaciones padecidas por los líderes mapuches acorralados en Neuquén, los Quilmes en Colalao del Valle en Tucumán, las Comunidades Wichís del chaco salteño y el impenetrable chaqueño (Sauzalito, Miraflores y otros parajes hasta Nueva Pompeya), los campesinos originarios de Santiago del Estero encuadrados en el MO.CA.SE vía campesina, la comunidad Mbya Guaraní que reclama tierras en poder la UNLP en el arroyo Kuña Piru (6144 hectáreas) en la Provincia de Misiones. También, la Comunidad Mapuche de Los Toldos en la Provincia de Buenos Aires, entre otros conflictos de igual dimensión. En todos los casos, el eje común es el reclamo por la restitución de sus tierras, apropiadas a través de diversos artilugios, violando lo expresado en la propia Constitución Nacional y diversas leyes sancionadas durante el último siglo a partir de la lucha y la sangre derramada de muchos hermanos originarios. Esto sucede, además, incumpliendo el Estado Argentino su compromiso con el Convenio 169 de la OIT al que suscribió nuestro país.

Estas aseveraciones, muy personales por cierto, que seguramente alarmarán a muchos des-calificados intelectuales e interesados comunicadores del stablishment, encuentran sustento en mis permanentes visitas al impenetrable chaqueño y a la Provincia de Formosa (también a otros puntos geográficos de la Argentina) desde hace más de una década. Para ser claro, y haciendo foco en el Pueblo Q’om como muestra, puedo decir que nada cambió sustancialmente en la situación de dicho Pueblo desde mi primer viaje en la década del ’90 hasta hoy. Incluso, contemplando las décadas anteriores en las historias que me fueron contando los pobladores más antiguos, puedo aseverar que nada cambió. Sigue la exclusión, la falta de derechos humanos elementales que ya arrastraban desde lejos (derecho a vivir en sus tierras bajo sus costumbres ancestrales y el desarrollo de su lengua, trabajo digno, atención garantizada en salud, vivienda digna y educación justa que respete su cosmovisión de la vida). Nada cambió. En la última década, creció la economía, creció la balanza comercial, aumentaron las reservas del Estado y se fortaleció el peso argentino, se legislaron subsidios nuevos, pero para la Comunidad Q’om, nada cambió. Vi pasar gobiernos radicales, seudoprogresistas y peronistas: nada cambió.

En ocasiones de presentar mi libro “Los pies en el barro. Diálogos en el Pueblo Q’om” algunas personas que recién se acercan a estas temáticas, me suelen preguntar ingenuamente cómo puede “esa gente” vivir en las condiciones que yo cuento. Pues bien, se comprenderá que “esa gente” como muchos dicen, “nuestra gente” como deberíamos decir, no vive en esas condiciones. Sobrevive cuanto puede y, sobre todo, muere. A cada nuevo viaje que hago a la región chaqueña falta un nuevo amigo, un nuevo padre, hermano o hijo.
¿De qué se muere la gente allí? Porque claro gente se muere en todas partes… Bien, la verdad es que, si estamos hablando de este tema, es porque la gente en el Pueblo Q’om se muere de cosas absolutamente evitables. ¿Se muere por desidia y negligencia entonces? Sí, estoy seguro de ello. Se mueren porque a nadie parece importarle que “ellos” se mueran de TBC, de Chagas, de inequidad social, de hambre, en fin…

Duele en lo más profundo ver cómo los Q’om son considerados ciudadanos de segunda en su propia tierra. Es bueno recordar que esas enfermedades de las que tanto hablamos llegaron con la conquista y el apropio, aunque hoy muchas de ellas, como la tuberculosis, se esparcen entre sus comunidades como el agua corriente que no tienen, como el polvo que invade sus precarios ranchos y sus desmontados montes. Sin embargo, y aunque no se encuentre clasificada como enfermedad por los estamentos de la salud pública, debo decir que tan grave como la Tuberculosis y el Chagas-Massa, son los famosos “bolsines” que les entregan políticamente para depredarlos y perpetuarlos en la necesidad de la dependencia, el desempleo, y sobre todo para alejarlos de sus antiguas costumbres de proveerse su propio alimento a través de la caza y de la pesca. La conquista continúa y conlleva muerte en sus entrañas para poder obtener nuevos intereses económicos. Alguien me dijo estos días por la zona rural del bermejito que muchos “indios” mueren diariamente y quienes tienen responsabilidad en la zona no hacen nada.

En la zona cuentan en voz baja que hay una “suerte de plan de exterminio” con el fin de apropiarse de las tierras como antiguamente, sólo que ahora no los van a matar sino que los dejan morir en la carencia más extrema, que ninguna persona puede resistir, y cuando se revelan les mandan primero los punteros políticos para persuadirlos y luego la policía, los fiscales y la órdenes judiciales.

Sin embargo hay mucho más que muerte en torno a dicho Pueblo. Hay sabiduría ancestral, hay experiencia ecológica y existencial, hay tolerancia y lucha en perfecta sincronización, permítaseme puntualizar algunas pinceladas de esto que decimos para que se pueda comprender por qué y cómo molesta la piedra Q’om en el zapato agropecuario.

En la historia del Pueblo Q’om ó Toba no existen antecedentes de asesinatos o violaciones. Su gente es claramente pacífica y su mirada existencial es profundamente coherente con su historia. Sin embargo, el Pueblo Q’om, como otros, fue masacrado históricamente desde la conquista hasta acá. Habiendo pasado ya más de doscientos años de Estado Nacional, podemos afirmar que nunca hubo aún reconocimiento público de parte de los distintos gobiernos (Nacionales, provinciales y municipales) ni de sus responsables políticos sobre las matanzas de 1924 en Napalpí, 1931 en Zapallar, 1933 en Pampa del Indio y en 1947 en Rincón Bomba (matanza del Pueblo Pilagá). Radicales, peronistas, conservadores, militares golpistas, todos fueron ejecutores de matanzas inaceptables de nuestra gente, de los más desposeídos, de los más humildes, en fin, cobardes matanzas para atropellar los derechos de todo un pueblo.

Los famosos Ingenios del Chaco argentino han sido terribles campos de concentración, con sistemas de tortura sobre los cuales la historia argentina no habla, salvo en contadas excepciones.

El respeto por la palabra justa es un don apreciado en la Comunidad Q’om. También el silencio es un hecho valorado entre sus miembros.

Palabra justa que cuesta encontrar en el marco de interculturalidad que los contiene. En respeto de ello y de la intelectualidad del buen lector es que dejaré en este punto todo un análisis que sería redundante, aunque de modo terriblemente multiplicativo.

El impenetrable hoy no es más que un Eufemismo. Los montes arrasados por el “moderno negocio de la soja”, las comunidades arrinconadas en su propia tierra o arrastradas a la periferia de las ciudades de Resistencia, Saenz Peña, Castelli, Clorinda y Formosa o, peor aún, empujados a traspasar sus propias fronteras para llegar al gran Rosario, Rafaela, La Plata o Derqui, empiezan a mostrar un penetrado impenetrable. Donde había guasunchos, majánes, charatas y mulitas, hoy vemos arados, topadoras, sierras y soja. Allí donde la gente encontraba su sustento diario, hoy tenemos desplazamientos y atropellos.

Allí donde la gente era parte de su tierra, hoy se vive el despojo y la trampa político-empresarial-judicial-policial. En este marco aparece la figura de Félix Díaz. Sin dudas, el primer paradigma posible ,después de mucho tiempo por este rincón del planeta, para aglutinar las motivaciones profundas de una Abya Yala necesariamente justa y enriquecedoramente diversa; por lo tanto igualitaria. Su Pueblo, la Nación Q’om, es uno de los tantos pueblos postergados a manos de la discriminación esclavista del modelo extractivo (régimen social de acumulación y distribución de riqueza) que se expande dominando y doblegando por todos los medios posibles a las comunidades que habitan sus territorios ancestrales. A esto se le puede llamar con certeza un sistema apropiador, basado en una clara asimetría de fuerzas, a través de conceptos ligados a una supuesta “civilización” y su progreso sin contemplar ni considerar el bienestar y el cuidado del ambiente donde se puede desarrollar esa antigua filosofía del buen vivir de los pueblos y los individuos.

¿Qué piden los Qom? Piden que se cumplan sus derechos más elementales de vivir en sus territorios sin atropellos ni arbitrios legales de ninguna índole. Tener el acceso directo y sin intermediaciones al agua, al monte y a todos los derechos adquiridos por el simple hecho de haberse transformado en ciudadanos argentinos y habitar el suelo de dicho país. Derecho a tener documento de identidad y pasaporte, derecho a la educación pública y gratuita, derecho genuino a la salud y su cuidado bajo las formas que las propias comunidades elijan. Derecho al cobro de asignaciones sin intermediarios políticos ni religiosos. Derecho a circular libremente por todo el territorio sin ningún tipo de limitación discriminatoria, intimidatoria y/o de ninguna otra índole. Tener el derecho a ejercer sus ceremonias ancestrales y practicar sus costumbres libremente. Practicar el derecho de utilizar su lengua madre sin restricción alguna y poder inscribir a sus hijos con las denominaciones que sus padres decidan. Tener el derecho a practicar su religión abiertamente, como cualquier otra comunidad en cualquier circunstancia. También acceder al derecho de elegir mediante sus tradiciones a sus referentes y voceros. En síntesis, lo que pide la Nación Q’om es ni más ni menos, que se cumplan los derechos humanos y las leyes de la Nación Argentina.

He tratado mostrar en qué marco irrumpe la figura de Félix Díaz. Aún así, su lucha y la de su Pueblo no está cercana a concluir ni mucho menos, por lo tanto esta nota, como su acción, siempre estará incompleta y probablemente en algunos aspectos, el tiempo la lleve a ser inexacta y solo servirá como otra pincelada para comprender un problema por demás complejo y dinámico, como el que pretendemos abordar.

En su provincia de origen, Formosa, hay un poder instalado desde más de dos décadas que tiene sumergido al Pueblo Q’om (también a comunidades Wichís y Pilagás) en la peor de las miserias. Y hemos visto, una vez más por estos días, que el Estado Nacional ha decidido apoyar incondicionalmente al Gobernador de Formosa, Gildo Insfrán.

Por Néstor Elias. Periodista, escritor y militante de DDHH.

Fuente: Agenda Oculta


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