lunes, 7 de mayo de 2012

El último cruce del lateral




La cancha chica del fútbol es la síntesis de la cancha grande de la realidad y sus reglas de juego son las del sistema capitalista. Las minorías son siempre las que festejan.

Las mayorías, como siempre, se quedan del otro lado de la raya de cal, del otro lado del alambrado, del otro lado de la fosa mirando la fiesta de los que son pocos, muy pocos.
También pasa con los que juegan en los clubes. Para la AFA solamente el cuatro por ciento de los pibes que militan en las inferiores de los casi ciento veinte clubes afiliados llega a primera. Una ínfima minoría.

Todos quieren ser Messi. Pero el sistema sentencia con claridad: Messi es uno solo.
Y en ese universo de pocas estrellas se concentra la atención de las masas.


El drama, tanto en la cancha grande de la realidad como en la cancha chica del fútbol, son los que la pelean todos los días para empatarle a la necesidad.

Los que insisten por llegar al mínimo campeonato que significa un poco de alegría y felicidad. En eso andan la mayoría de los pibes que están a punto de debutar en primera división y van de cuadro en cuadro sumando experiencias y muy pocos pesos.
Lautaro Bugatto era uno de ellos.



Tenía veinte años, era jugador del Banfield y estaba a préstamo en Tristán Suárez. Lo mataron en la puerta de su casa. La bala que lo mató parece que vino de un policía de la zona de Burzaco. La crónica señala que “todo comenzó cuando el efectivo, que estaba franco de servicio y vestido de civil, se desplazaba a bordo de su Renault 12 junto a su esposa y observó a dos delincuentes que querían robar la moto en la que adelante de su auto se movilizaban su hija menor de edad y su hermana. Ante esa situación, el policía esgrimió su arma reglamentaria y efectuó varios disparos hacia los asaltantes, aunque uno de esos tiros impactó en el cuerpo de Bugatto, quien al momento de los disparos, se encontraba en la puerta de su casa junto a un hermano y dos amigos con los que iba a salir a bailar en su Peugeot 206 gris”. Eso apuntan las agencias de noticias.

Sin embargo, al menos tres testigos vieron al oficial ubicarse en la mitad de la calle y efectuar varios disparos sin que recibiera antes ni después ataque alguno por parte de los asaltantes. En el lugar se encontraron siete vainas 9 milímetros, las del arma reglamentaria del policía en cuestión.

Bugatto jugaba de 3, lateral por la izquierda, como aquel histórico de Banfield y Central que se negó a integrar la selección del 78, Jorge Carrascosa. Quizás Bugatto quería ser como él. No se sabrá nunca. El muchacho era papá de una beba de dos años y estaba a punto de casarse. Según el presidente del Taladro, Carlos Portell, Bugatto tenía “mucho futuro” y era “una de las proyecciones del club”.

Se ve que el pibe era valiente, de esos que van al frente tanto en la cancha chica del fútbol como en la grande de la vida, no solamente porque se iba a casar, porque cuidaba a su hijita sino también porque desde la muerte de su padre era el sostén de toda su familia. Quizás como a tantos otros pibes del Gran Buenos Aires le haya tocado ser el blanco de la puntería de siempre del gatillo fácil.

Bugatto, en tanto, es también uno más de esos miles y miles de pibes que son fagocitados por la trituradora del negocio del fútbol que solamente pone su mirada en las grandes estrellas.

Al pibe Bugatto lo dejaron fuera de juego en la cancha grande de la realidad.

La que está hecha a imagen y semejanza de las minorías, aquellas que imponen el orden, ese que protegen los multiplicadores del gatillo fácil, los integrantes de las distintas policías, los verdaderos jueces y ejecutores del reglamento del desprecio que se descarga contra los que buscan descontarle a la vida para disfrutar, aunque sea, de un golcito sobre la hora.

Por Carlos Del Frade

Fuente: http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=7070%3Ael-ultimo-cruce-del-lateral&catid=35%3Anoticia-del-dia&Itemid=106

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