lunes, 31 de marzo de 2014

Vietnam: la herencia maldita del 'agente naranja'

"Las guerras terminan, pero sus consecuencias perduran", aseguraba el guía del museo de la barbarie bélica a un grupo de turistas que contemplaban las pruebas de las atrocidades cometidas por los militares norteamericanos en Vietnam.

Casi 40 años después de su final, aquella guerra que duró 10.000 días sigue causando víctimas. Porque aún se mantienen los efectos letales de muchos residuos de productos químicos que los centuriones estadounidenses utilizaron masivamente, en un intento brutal de 'aclarar' la espesa vegetación que abrigaba a la guerrilla del vietcong.

Las fuerzas armadas de Estados Unidos emplearon más de 12 millones de toneladas de explosivos y ocho millones de toneladas de proyectiles, causando la muerte de tres millones de vietnamitas. Los despiadados bombardeos y el uso del napalm suscitaron la condena mundial. Pero el arma más dañina a través del tiempo resultarían ser los defoliantes con que regaron el pequeño país asiático entre 1961 y 1972: unos 80 millones de litros de herbicidas, principalmente del llamado 'agente naranja', de gran toxicidad por su alto contenido de dioxina que arrasó millones de hectáreas tanto de bosques como de cultivos, alcanzando a 30.000 núcleos de población.


Cáncer, deformidades y enfermedades hereditarias


Medio millón de personas visitan cada año en Saigón el Museo de la Guerra, donde se exhiben muestras de armamento, documentos, fotografías e incluso fetos humanos con graves deformidades causadas por el uso de defoliantes como arma química. Paradójicamente, entre los visitantes se encuentran numerosos ex combatientes norteamericanos, australianos y filipinos que vuelven a los escenarios más dramáticos de su juventud.

"Van a cumplirse 39 años de la derrota estadounidense, pero los restos de sus herbicidas todavía producen cáncer, deformaciones, sarcomas, enfermedades respiratorias, y males hereditarios", explicaba el guía ante una horrorizada audiencia compuesta por varios veteranos de guerra que habían vuelto a Vietnam junto a sus familias, en un viaje lleno de recuerdos amargos.

Las autoridades sanitarias vietnamitas cifran en 1.300.000 el número actual de menores discapacitados. Se cree que la mayoría está formada por los 'hijos y nietos del agente naranja', llamados así por sufrir sus consecuencias. No se ha podido establecer con precisión el número de casos, porque nunca se llegó a realizar un estudio científico exhaustivo sobre los efectos de la dioxina que contenían los defoliantes, que también se vertieron en menor proporción sobre Laos y Camboya.

Distintos organismos internacionales apoyan a Vietnam en las tareas de recuperación de tierras contaminadas por los herbicidas, y en la ayuda social a los campesinos más directamente afectados. (Incluso desde 2012 se realiza un plan norteamericano de limpieza de vertidos en Da Nang.) Pero tan solo una tercera parte de esos presupuestos humanitarios se destina a las víctimas. Muchas de ellas reciben atención de Unicef y la Cruz Roja.

"Desde hace casi diez años mantenemos un programa de integración sociolaboral de discapacitados, entre los que hay afectados por el 'agente naranja'", informa Ignacio Román, de Cruz Roja Española. "Se les brinda la oportunidad de aprender un oficio en el seno de algunas empresas que, generalmente, las contratan al finalizar los cursos de formación".

También los soldados norteamericanos


Los militares norteamericanos manipularon sin precaución alguna los bidones cuyo color dio nombre al 'agente naranja'. Miles de ellos se contarían entre las víctimas de su uso militar. De los tres millones de soldados estadounidenses que combatieron en Vietnam, más de 215.000 fueron sometidos a exámenes médicos como 'posibles afectados por la dioxina', y entre sus hijos quedaron registrados cerca de 75.000 niños con distintos tipos de incapacidad. Pero las autoridades médicas estadounidenses solo reconocieron siete de las enfermedades causadas por los defoliantes, y nunca efectuaron investigaciones que permitieran establecer todos sus efectos perniciosos.

En 1984, una querella colectiva contra siete grandes empresas fabricantes del 'agente naranja', produjo una indemnización global de 93 millones de dólares para enfermos veteranos de Vietnam. De ellos, 38.000 recibieron distintas sumas; pero otros 28.000 se encontraron con la negativa de las corporaciones químicas. "Las corporaciones químicas conocían el peligro de los herbicidas", me contó tiempo atrás Todd Enseign, abogado de 'Citizen's soldier'. "Pero Dow Chemical, Monsanto, Uniroyal, Taps and Heavour, hicieron un gran negocio con la guerra y ganaron millones de dólares".

Los efectos mortíferos del 'agente naranja' alcanzaron a la familia del propio almirante Elmo Zumwalt, que ordenó emplearlo como arma química en 1968. Veinte años después su hijo Elmo, teniente de marina que combatió en Vietnam, fallecía a causa de un linfoma y de la enfermedad de Hodgkin: dos de las principales secuelas del 'agente naranja'. Y uno de sus nietos sufre lacras congénitas, con trastornos de aprendizaje. Sin embargo, con lágrimas en los ojos, el almirante me aseguró hace 20 años en su despacho de Washington que volvería a dar aquella fatídica orden.

Fuente

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