miércoles, 10 de julio de 2013

Crónica de un desastre anunciado

A mediados de junio se registraron lluvias intensas al sur de Brasil. Las fuertes crecidas de los ríos Iguazú y Paraná alertaron a varias provincias y hasta obligaron al complejo turístico de las Cataratas a cerrar algunas de sus pasarelas y cancelar tours. La represa Yacyretá se vio desbordada. La situación fue empeorando al pasar los días y al aumentar el caudal de forma acelerada para la última semana del mes. Por las inundaciones hubo evacuados en varias localidades y asentamientos. - Entrevista con el ingeniero en Recursos Hídricos, Elvio Omar Cano.


Para contrarrestar los análisis y opiniones reduccionistas que señalan a las fuertes lluvias como único factor determinante de la situación, SURsuelo dialogó con el ingeniero en Recursos Hídricos, Elvio Omar Cano, que lleva más de tres décadas trabajando en el tema, especialmente en el norte de Santa Fe y Chaco.
Cano comenzó relatando que en el Iguazú se dieron lluvias excepcionales concentradas: “Esto es producto de la naturaleza, pero nosotros abajo hicimos lo nuestro”. A lo que hace referencia es a lo que define como una “conjunción de factores” que empeoran la situación.

Según explicó el ingeniero, el agua de las cuencas de los campos es la que baja y se concentra en su salida, que es el río, provocando las crecidas. “Como se sigue desmontando, asfaltando y sacando verdes, se acelera todo”, dijo. Asimismo, hizo un paralelismo con la situación que vivieron las ciudades de Buenos Aires y La Plata a principios de año.


“El agua de las cuencas de los campos es la que baja y se concentra en su salida, que es el río, provocando las crecidas. 'Como se sigue desmontando, asfaltando y sacando verdes, se acelera todo'”

“Por los desmontes el efecto es mucho peor. Cuando llueve el monte amortigua el agua, regula su caída, hace que el suelo la vaya absorbiendo. Al no existir, cae toda el agua de golpe y el suelo no tiene capacidad de absorber rápido. Esto produce más caudales de ríos”, expresó Cano, y también expuso cómo las raíces de los árboles, las ramas y hojas que caen mejoran la permeabilidad del suelo ayudando a la infiltración.

Otro de los factores que señaló fue el de los asentamientos en zonas cercanas a los ríos, márgenes y barrancas, no sólo por personas de clases bajas sino también por los que se acercan porque son lugares “atractivos a la vista”, de recreación o turismo. Según Cano, esto impermeabiliza los suelos. “Desde la compactación de la tierra, que empieza por la falta de árboles, hasta llegar a los pavimentos por todos lados”, aclaró.

Durante los días en los que la situación iba repercutiendo en los medios y alertando a la sociedad, una entrevista que circuló por Internet sumó una nueva alerta: la posibilidad de que la represa de Yacyretá se rompiera, ya que “está mal construida”. Según dicha nota, están empezando a aparecer “deslizamientos y fisuras en todos lados”.

Ante esta denuncia, Cano aclaró que el riesgo de eventual rotura siempre va a existir, aunque es de baja probabilidad, “pensando que se hacen bien las cosas”. Luego recordó que las represas son parte del “monumento a la corrupción” pero, sin embargo, no debería haber problemas en los embalses de llanura, como Yacyretá, ya que no tienen capacidad de amortiguar crecidas. También agregó que desde las autoridades de la represa “sólo niegan acusaciones y no brindan información técnica que desarticule los planteos”.

Argentina necesita energía y el déficit es evidente. La respuesta ante esta problemática es explotar al máximo las represas y como ya se va escuchando, existen varios proyectos para construir más: “Habría que haber empezado un programa en serio sobre energía limpia: solar y eólica. Tuvieron una década y no se hizo nada, salvo avances puntuales que son los paneles solares y los eólicos en el sur. Pero para que sea de impacto, debe ser política de estado a nivel masivo. Si se lograra dar energía, entonces bajaría la presión de hacer represas”. La contracara son los grandes negocios y beneficios a la hora de construir estas megaobras.

Otra problemática que se sumó fue en las zonas ribereñas que son elegidas por los ganaderos, ya que “cuando el agua se va quedan con mucha humedad y tienen buenos pastos”. Estos productores son los que se vieron afectados por las crecidas y se iniciaron planes de emergencia para trasladar el ganado vacuno.

“Ellos saben de antemano que si crece el río deben salir. El tema aquí son los chicos que no teniendo tierras avanzan sobre esos territorios, y no tienen otras tierras ni mayores medios. En general, los gobiernos provinciales concurren en su asistencia, más ahora que se vienen las elecciones”, explicó el especialista.

Para revertir una situación tan crítica como la que se está visibilizando, Cano propuso que se deben generar espacios verdes, plantar árboles, “que no todo sea pavimentos”, planes de contingencia, alerta temprana y evacuación, zonificación marcando lugares de riesgo. Además de las energías limpias a las que hizo referencia. En resumen, un cambio de revés al modelo actual.

“El tema del agua, curiosamente, no figuró nunca en ninguna plataforma política de los partidos. Sólo alguna mención obligada, como por ejemplo en Santa Fe después de las catástrofes, pero antes nada, y ahora no se escucha tampoco”, disparó el ingeniero. Puso un ejemplo que dibuja la falta de planificación: el este provincial está inundado (el Paraná desbordado) y el oeste sin agua.

Por Fabián Chiaramello 
Fuente: Cooperativa de Comunicación La Brújula
- Publicado en la edición nº 36 de SURsuelo.

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