“si en la casa del herrero los cuchillos son de palo, algo debe ser subvertido”
(aforismo implicado)
“La insensatez de la UBA ante sus maestros
En el seno de la UBA hay un conflicto que nunca debió haber existido. Es el que ya desde hace meses se ha suscitado alrededor de la cesantía de profesores por haber alcanzado la edad de 65 años : unos 150 en este momento, otros 500 que corren el mismo riesgo a fines de diciembre, más los que se irán sumando de aquí a entonces, y por supuesto el año próximo, pues la gente tiene la costumbre de seguir cumpliendo años. No debió haber sucedido, porque las objeciones que esos profesores oponen a semejante resolución son perfectamente racionales, completamente sensatas y fácilmente comprensibles. ¿Por qué? por Eduardo Grüner (nota publicada el 28/08 en Clarín)”
Supongo que estaba medio dormido. O medio despierto. De lo que estoy seguro era de que estaba medio. Y tratando más de volver a dormirme que de empezar a despertarme, un timbre de palabras me alertó. Cárceles a cielo abierto. Recuperé esa idea horas después. Pensé en los basurales a cielo abierto, en la minería a cielo abierto. Y como el cielo había quedado soldado a las venas, también abiertas, de la América Latina, como escribiera Galeano. En realidad, abiertas tiene el sentido del desgarro, de esas heridas que siguen sangrando por dentro y por fuera. Estar abierto a todas las tristezas, a todos los dolores, a todas las penurias. El cielo abierto que no nos habla de un celeste y blanco en el cual vuela soberbia un águila guerrera. Las guerreras y guerreros de estas tierras han sido derrotados, y desde la miseria cultural, ya que no económica, evocamos los hechos del pasado para sostenernos en este presente. Un feriado puente o un fin de semana largo no es lo ideal. Apenas la caricatura de los hechos, la mayoría olvidados, que los originaron. Porque la memoria no es recordar un hecho. La memoria histórica es actualizar los sentidos de esos hechos, en clave de tiempo presente y futuro imperfecto. Si el sentido queda coagulado, cristalizado en el pasado heroico que se invoca, no se convoca a su resucitación, como diría Vicente Zito Lema, sino a su entierro con honores. Nunca me he sentido conmovido por las autopsias de la historia. Creo que la historia conmueve cuando el pasado sigue siendo el ariete que transforma el presente. De la lucha por la Patria Socialista a la actualidad, cuando nos enseñaron que una villa miseria también era américa, a esta actualidad de barrios cerrados y countries verticales, la potencia subversiva de los humildes ha sido perforada hasta reducirla a una discusión por salarios mínimos para que sean un poco menos mínimos. El movimiento obrero organizado se ha convertido en una columna vertebral con una impresionante escoliosis. Se postulada la desaparición de la clase obrera, confundiendo asalariado con trabajador. Convencida que ya nunca mas irá al paraíso, se conforma con acceder a préstamos por sorteo para que esas necesidades que son derecho se satisfagan con la lógica azarosa de un bingo. El fascismo de consorcio ha clonado la ciudad de los buenos aires en un desfile de derrumbes, clausuras, invasiones de la patrulla de caminos en hospitales, plazas, fábricas. Pero el cielo sigue abierto. Ha dejado de ser un límite para convertirse en una limitación. El cielo se acerca a la tierra y pronto en vez de mirarlo para arriba, tendremos que empezar a mirarlo para abajo. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero no creo que sea problema perderla. En su lugar, quizá encontremos la templanza, o sea, la dureza que tampoco debemos perder jamás. Porque cuando el cielo y la tierra se acercan, es el momento de darse cuenta que las cárceles más tenebrosas son todas a cielo abierto. Los cartoneros, transhumantes de la noche como alquimistas posmodernos que en la basura pretenden encontrar el elixir de la nueva vida; los habitantes de las tierras arrasadas, donde no hay cultivos que regalen vida; los que a la noche se esconden para que todos los vean sin mirarlos, en bajos autopista, zaguanes, veredas, para que los tóxicos les mientan que están soñando con los angelitos, las niñas y niños que deambulan en los subtes, las esquinas, los trenes, dando lo que nadie quiere, hablando lo que nadie escucha, mirando lo que todos ocultan. Todos están presos en cárceles a cielo abierto, sin techo, sin rejas, pero de las que resulta imposible escapar. Condenados a diferentes formas de muerte, a reclusiones perpetuas sin salidas transitorias, donde no rige el 2 x 1 sino el 1 por siempre, y en la cual la reinserción es un billete perdido de una lotería que alguna vez se jugó y nadie se enteró. Hasta la Universidad manda a la cárcel sin rejas de la jubilación por mandato a los que osaron llegar a los 65 años con inteligencia, lucidez y experiencia. La cárcel a cielo abierto será la forma más sofisticada para encerrar sin mazmorras ni calabozos a los que han perdido la yerba de ayer, la de hoy y la de mañana. Entre la represión y la asignación, sus vidas jamás recuperarán el sentido que tuvo la historia cuando muchas y muchos lucharon como guerreras y guerreros para abolir toda forma de opresión.
Por Alfredo Grande
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