Quienes asistieron en la localidad de Fontana, Chaco, al “primer homenaje a un excombatiente indígena” que participó en la guerra de Malvinas tenían en claro que eran parte de un momento histórico que tiene que ver con el complejo proceso de concientización de los pueblos originarios que paulatinamente van fragmentando el cerco de invisibilidad impuesta tras siglos de oprobio.
El viernes 8 de junio, la Escuela Bilingüe Intercultural “Cacique Pelayo” de la localidad de Fontana de la Provincia del Chaco, engalano su modestia para homenajear al qom Eugenio Leiva. El acto fue coordinado por la escuela bilingüe intercultural (UEP N°72, la organización Napalpí y contó con el aval del Ministerio de Educación y la Municipalidad de Fontana. Además de las autoridades que se hicieron presentes, se encontraba Juan Chico, un indígena militante contra la desmemoria que viene recopilando testimonios orales de abuelitos que sobrevivieron a la matanza de Napalpi y El Zapallar. Es muy tendencioso creer que la historia no comenzó con la escritura, la oralidad estuvo siempre, y se la está comenzando a escuchar.
Semejante demostraciones de conciencia me lanzan a esbozar las siguientes reflexiones. Tan pocos tienen presente que EEUU, “la gran democracia del norte” que prestó una enorme colaboración a los ingleses durante la guerra de Malvinas declaró la abolición de la esclavitud muy tardíamente, recién en 1863. En cambio nuestra Revolución de Mayo se adelantó 60 años y en 1813 declaró la libertad de vientres. Y no solo eso, desde el comienzo sus principales protagonistas integraron a la vida civil a los indígenas y por ende también en los ejércitos libertadores. Allí marcharon no como carne de cañón, sino como ciudadanos, por eso aquella estrofa de nuestro Himno señala: “ved en el trono a la noble igualdad”. En aquel tiempo no era un slogan ni letra muerta.
En ese sentido, el incansable Secretario de la Primera Junta Mariano Moreno redactó una serie de leyes y decretos donde “los criollos e indios” podían ocupar los más altos cargos de la administración del Estado, y así mismo en el escalafón militar, teniendo en cuenta únicamente sus aptitudes y capacidades para el puesto, no el color de la piel o su origen. Juan José Castelli por su parte, cuando se encuentra con el Ejército Auxiliador en el Alto Perú resuelve conmemorar el primer aniversario de la Revolución nada menos que en Tiahuanaco. Para ello el 25 de mayo de 1811 invitó a las comunidades aledañas a un acto que realizó en la Puerta de Sol. Ciertamente Castelli había marchado hasta lo que hoy es Bolivia, porque la Revolución necesitaba acuñar metálico, la plata de Potosí, pero también estábamos huérfanos de historia. La Revolución tenía apenas un año y Castelli decidió conmemorar esa fecha en el maravilloso complejo de Tiahuanaco uniendo nuestros orígenes como país recién nacido para vincularlo con lo más profundo de la América milenaria. ¡Qué maravilla habrá sido verlo a Castelli en la Puerta del Sol! En ese acto de una trascendencia que tanto historiador oficial intento opacar, Castelli decreta la abolición de la esclavitud de los indígenas y deroga el “impuesto al indio”. Con una orientación similar participó Manuel Belgrano el 9 de julio de 1816 cuando se declara nuestra independencia en la “casita” de Tucumán. En esa “casita” que ojala se derrumbara de una buena vez, porque esa fachada que generaciones de maestras lobotomizadas por Anteojito vienen obligando a dibujar a sus alumnos no sirve de nada ni importa. Lo único trascendente no es la fachada descascarada sino lo que sucedió dentro. Allí nuestros mejores patriotas con Belgrano a la cabeza propusieron como forma de gobierno una monarquía incaica atemperada con capital Cuzco. Por eso el Dr. Bartolomé Mitre, quien va a delinear, desmemoria mediante, nuestra Historia Oficial, en la biografía que le dedica a Belgrano destina todo el extenso capitulo XXIX llamado “El Inca” para ridiculizar “la ocurrencia… de tener un rey de patas sucias sacado de una choza”. Para mayor irritación del director de La Nación, el creador de nuestra bandera introdujo en ella al sol flamígero de los incas.
José de San Martín es otro que tuvo tan presente a los pueblos originarios y que dejo para la posteridad aquella frase con la que tanto racista se atraganta y jamás logra deglutir, aquella que escribió de puño y letra en su famosa Orden General de 1818 cuando señaló: “combatiremos en bolas como Nuestros Paisanos los Indios”. Y no solo eso, antes de cruzar la cordillera, solicitó “autorización” a los caciques que lo consideraban peñy y lonko, es decir hermano y cacique. Así fue como los mejores hombres de Mayo procuraron vestirnos y abrigamos con símbolos ancestrales.
Esa gente excelente murió tan pronto, Moreno en 1811, Castelli en 1812, Belgrano en 1820, Guemes en 1821 y San Martín marchó al exilio en 1824, cuatro años antes lo había hecho Artigas.
Paulatinamente el país quedó en manos de grupos que diseñaron un país para pocos enquistado en la renta de la aduana de Buenos Aires dando la espalda al interior y al resto de Latinoamérica. De ese modo no solo invisibilizaron a los indígenas sino que reintrodujeron la esclavitud tras las sangrientas “entradas” ejecutadas en la Patagonia y el Chaco con el cruel reparto de indios. Y hoy cuando se está por cumplir un año del desalojo del acampe qom en la Av. 9 de Julio, un nombre que recuerda aquella gloriosa gesta de la independencia, la Escuela “Cacique Pelayo” resuelve homenajear al hermano, compañero y ex combatiente de Malvinas el qom Eugenio Leiva.
Treinta años después de la guerra que el imperialismo anglosajón llevó al sur de América se realiza este merecido y justo homenaje. Un evento que significa mucho para nosotros, significa una victoria más contra la invisibilidad con la que tantos funcionarios mezquinos han querido sumir en la invisibilidad a tantos de nuestros compatriotas originarios que, como Eugenio, combatieron heroicamente por esa Patria Grande que más temprano que tarde va a llegar para todos todo.
Este homenaje a un qom que luchó en Malvinas, al igual que quienes lo antecedieron en nuestros ejércitos revolucionarios que cruzaron America para llevar la libertad a sus hermanos, recupera las mejores tradiciones de Mayo. Y nos recuerda que las Malvinas, y el suelo todo de Argentina y América antes de pertenecer a los países que marcaron fronteras y cortaron tantas veces en forma arbitraria trozos de territorio, son pre existentes a los Estados Naciones, el suelo, la tierra, la Pachamama siempre fue, es y será originaria.
Marcelo Valko
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