> Para empezar, un texto de Eduardo Galeano de su último libro "Los hijos de los días"
Mayo 14
En el día de hoy de 1948, nació el estado de Israel.
Pocos meses después, ya había más de ochocientos mil palestinos expulsados, y más de quinientas aldeas demolidas.
Esas aldeas, donde crecían los olivos, las higueras, los almendros y los árboles frutales, yacen sepultadas bajo las autopistas, los centros comerciales y los parques de diversiones. Son muertas sin nombre. El Comité de Nombres de las nuevas autoridades ha rebautizado el mapa.
Ya poca Palestina queda. La implacable devoración del mapa invoca títulos de propiedad, generosamente otorgados por la Biblia, y se justifica por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió.
La cacería de judíos fue, siempre, una costumbre europea; pero los palestinos pagan esa deuda ajena.
> Israel – ¡basta, al terrorismo de Estado!, por Adolfo Pérez Esquivel
Israel ha impedido por todos los medios la constitución del Estado Palestino; arrebatándoles el territorio, oprimiéndolos y construyendo un muro de la infamia separando, encerrando y persiguiendo al pueblo palestino.
Tiene el apoyo cómplice de los Estados Unidos, de su Presidente Barack Obama justificando la agresión de Israel contra los palestinos, y haciendo uso y abuso del veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, para impedir sanciones al Estado de Israel por los crímenes cometidos.
La comunidad internacional reclama llegar a una solución justa y poner fin a la guerra y lograr la creación del Estado Palestino, derecho que lamentablemente ha fracasado por la permanente oposición de Israel, los EEUU y la Unión Europea que lo proveen de ayuda económica y militar para que imponga su voluntad por las armas en contra de las resoluciones de la ONU.
Los ataques recientes contra Gaza por parte de Israel y sus continuos operativos militares y agresiones pasan a ser una burla a la ONU, al no acatar ninguna recomendación ni buscar caminos de solución del conflicto. El Estado de Israel se pone al margen del derecho internacional y actúa como un Estado terrorista, invadiendo y provocando fuertes daños a la población civil, muerte de mujeres y niños, impidiendo la ayuda humanitaria al pueblo palestino que soporta desde hace décadas la agresión israelita.
¿Hasta cuando la comunidad internacional va a permitir que Israel continúe actuando con total impunidad y no se pongan limites a su agresión contra el pueblo palestino?
¿Hasta cuando Israel, EEUU y la Unión Europea continuarán siendo parte de la agresión contra los pueblos del Medio Oriente, Palestina, Siria, Libia, Afganistán, Irak y las continuas amenazas a Irán?
Israel intenta justificar sus actos reclamando el derecho a autodefenderse pero de acuerdo con el principio básico de derecho internacional, ex injuria non oritur ius un derecho legal no puede surgir de un acto ilícito .
Debemos sumar nuestras voces y voluntades para reclamar a Israel, a los EEUU, a la Unión Europea, a la ONU, y a la comunidad internacional que se ponga fin a la violencia contra el pueblo palestino.
Pareciera que Israel ha olvidado el sufrimiento de su pueblo, que ha olvidado el Holocausto y su largo camino de diásporas y angustias.
De pueblo víctima se ha tornado victimario.
De ser un pueblo que luchó por su libertad, hoy es un país agresor que encadena y oprime a otro pueblo.
¡Basta al terrorismo de Estado contra el pueblo palestino!
¡Basta de masacres y muerte de mujeres y niños palestinos!
Es urgente derribar el muro de la infamia, aprender a respetar el derecho del pueblo palestino. Es respetarse a si mismo. Israel hoy debe derribar el muro más terrible que permanece en su mente y corazón.
Es urgente reclamar a las Naciones Unidas establecer las bases para una solución al conflicto y reparar los daños hechos por Israel enviando ayuda humanitaria a Gaza, alimentos y medicamentos.
Pero también es urgente reclamar un embargo militar al Estado de Israel como una efectiva medida no violenta que impida que esto vuelva a ocurrir, obligándolo a detener la represión y a cumplir con las obligaciones de las leyes internacionales.
La comunidad internacional no puede cerrar los ojos y dejar de oír el clamor del pueblo palestino.
Hago un llamado urgente a los tres Premios Nobel de la Paz, Shimon Peres, Presidente de Israel, a Barack Obama, Presidente de los EEUU y la Unión Europea:
Les pido, les exijo, cesen la represión contra el pueblo palestino. Ustedes no tienen derecho a justificar la violencia, las masacres, la destrucción y la muerte de un pueblo. Les recuerdo el canto de Chuang Tzú, para llevar un poco de luz a sus mentes y espíritus.
No se puede poner una carga grande en una bolsa pequeña,
Ni tampoco se puede, con una cuerda corta,
Sacar agua de un pozo profundo.
No se puede hablar con un político poderoso
Como si fuera un hombre sabio,
Si busca comprenderte,
Si mira dentro de si mismo
Para buscar la verdad que le has dado,
No consigue encontrarla.
Al no encontrarla, duda.
Cuando un hombre duda,
Matará.
La Paz es el camino, ese camino lo han perdido y matan, porque dudan de sí mismos.
Sin libertad y dignidad no pueden construir la Paz, deben liberarse de sí mismos y respetar el derecho del pueblo palestino a tener un Estado libre e independiente. Sus gobiernos deben cumplir el mandato de constituir dos Estados, que hasta ahora Israel, los EEUU y la Unión Europea niegan a Palestina.
Ser Premios Nobel de la Paz, implica asumir la responsabilidad con la humanidad de construir la Paz entre los pueblos, no la traicionen.
Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz
> Impresiones de Gaza, por Noam Chomsky
Incluso una sola noche en la cárcel es suficiente para dar una idea de lo que significa estar bajo el control total de una fuerza externa. Y en Gaza apenas se tarda más de un día empezar a apreciar lo que debe ser tratar de sobrevivir en la mayor cárcel del mundo al aire libre, donde un millón y medio de personas, en la zona más densamente poblada del mundo, son constantemente objeto de terror al azar y con frecuencia castigo salvaje arbitrario, con el único propósito de humillar y degradar, y también de asegurar que las esperanzas de los palestinos de un futuro decente se aplasten y que el abrumador apoyo global para una solución diplomática que conceda estos derechos se declare nula.
La intensidad de este compromiso por parte de la dirigencia política israelí se ha vuelto a ilustrar dramáticamente en los últimos días cuando han advertido de que van a "volverse loco" si las Naciones Unidas otorgan a los palestinos un reconocimiento limitado. No es una novedad. La amenaza de "volverse loco" (nishtagea) está profundamente arraigada, se retrotrae a los gobiernos laboristas de la década de 1950, reminiscencia del "complejo de Sansón": derribaremos los muros del templo si los cruzan. En ese momento era una amenaza vana, hoy no.
La humillación intencional tampoco es nueva, a pesar de que constantemente toma nuevas formas. Hace treinta años, los líderes políticos, entre ellos algunos de los halcones más conocidos, presentaron al Primer Ministro Begin un relato detallado y estremecedor de las formas de abuso de los colonos sobre los palestinos de la manera más perversa y con total impunidad. El destacado militar y analista político Yoram Peri escribió con indignación que la tarea del ejército no es defender el Estado, sino "demoler los derechos de personas inocentes sólo porque son araboushim (vocablo despectivo para referirse a los árabes, N. de T.), Kikes que viven en los territorios que Dios nos prometió”.
Los habitantes de Gaza son los elegidos de un castigo especialmente cruel. Es casi un milagro que la gente pueda sobrevivir. Cómo lo hacen se describió hace treinta años en un libro de memorias elocuente escrito por Raja Shehadeh (La Tercera Vía), basado en su trabajo de abogado dedicado a la tarea imposible de intentar proteger los derechos elementales dentro de un orden normativo dirigido a asegurar el fracaso, y su experiencia personal como Samid, "un sujeto", que vigila su casa convertida en una prisión por los brutales ocupantes y no puede hacer otra cosa que "soportarlo".
Como escribió Shehadeh, la situación ha empeorado mucho. Los Acuerdos de Oslo, que se celebraron con mucha pompa en 1993, determinaron que Gaza y Cisjordania son una entidad territorial única. Entonces los EE.UU. e Israel ya habían iniciado su programa de separarlos completamente uno de otro, con el fin de bloquear un acuerdo diplomático y castigar a los araboushim en ambos territorios.
El castigo de los habitantes de Gaza se hizo aún más grave en enero de 2006, cuando cometieron el gran delito de votar el "camino equivocado" en la primera elección libre en el mundo árabe, votaron a Hamás. Demostrando su apasionado "anhelo de democracia", los EE.UU. e Israel, respaldados por la pusilánime Unión Europea, impusieron un cerco brutal, junto con intensivos ataques militares. Los EE.UU. también dieron un giro implantando un procedimiento operativo estándar cuando alguna población desobediente elige al gobierno equivocado: organizar un golpe militar para restablecer el orden.
Los habitantes de Gaza cometieron un crimen aún mayor un año después bloqueando el intento de golpe de Estado, lo que dio lugar a una fuerte escalada del asedio y a los ataques militares que culminaron en el invierno boreal de 2008-2009 con la Operación Plomo Fundido, uno de los ejercicios más cobardes y crueles de la fuerza militar en la historia reciente, contra una población civil indefensa, atrapada sin escapatoria, que fue sometida a un ataque implacable de una de los más avanzados sistemas militares mundiales que dependen de las armas de Estados Unidos y están protegidos por la diplomacia de EE.UU. Un testimonio ocular volcado en un inolvidable relato -"infanticidio" según sus palabras– fue elaborado por los dos médicos noruegos valientes que trabajaron en el principal hospital de Gaza durante el asalto despiadado, Mads Gilbert y Fosse Erik, en su notable libro Los ojos en Gaza.
El presidente electo Obama fue incapaz de decir una palabra, además de reiterar su simpatía por los niños menores bajo un ataque de misiles que cayeron en la ciudad de Sderot, Israel. El asalto cuidadosamente planeado finalizó justo antes de la toma de posesión del presidente Obama, para que luego pudiera decir que había llegado el momento de mirar hacia adelante y no hacia atrás, frase de refugio clásica de los criminales.
Por supuesto hubo pretextos, como siempre. El más conocido que se saca a relucir cuando es necesario, es la "seguridad": en este caso, los cohetes de fabricación casera lanzados desde Gaza. Como tomo el mundo sabe, el pretexto carecía de credibilidad. En 2008 se estableció una tregua entre Israel y Hamás. El gobierno israelí reconoce formalmente que Hamás la cumplió plenamente. Hamás no lanzó ni un solo cohete hasta que Israel rompió la tregua al amparo de las elecciones de EE.UU. del 4 de noviembre de 2008, invadió Gaza por motivos absurdos y mató a media docena de miembros de Hamás. Los altos funcionarios de inteligencia advirtieron al gobierno israelí de que la tregua podría renovarse aliviando el bloqueo criminal y terminando con los ataques militares. Pero el gobierno de Ehud Olmert, supuestamente una paloma, optó por rechazar estas opciones, prefiriendo recurrir a su gran ventaja comparativa en la violencia: la Operación Plomo Fundido. Los hechos básicos son revisados una vez más por el analista de política exterior Jerome Slater en el último número de la revista del MIT Harvard International Security.
El patrón de ataque en la Operación Plomo Fundido fue analizado cuidadosamente por el experto e internacionalmente reconocido abogado de los derechos humanos de Gaza Sourani Raji. Señala que el bombardeo se concentró en el norte, donde atacaron a civiles indefensos en las zonas más densamente pobladas, con ningún pretexto militar posible. El objetivo, según él, pudo se expulsar a la asustada población hacia el sur, cerca de la frontera con Egipto. Pero los samidin se quedaron donde estaban, a pesar de la avalancha de terror de los Estados Unidos e Israel.
Otro objetivo podría haber sido llevarlos más lejos. Se remonta a los primeros días de la colonización sionista cuando se sostenía en gran parte del espectro que los árabes no tienen ninguna razón real para estar en Palestina, ya que pueden ser igual de felices en otro lugar y deberían emigrar, educadamente las palomas sugerían "transferir". Esto concierne a Egipto y le causa no poca preocupación, y es tal vez una razón por la cual Egipto no abre la frontera libremente a la población civil o incluso a los materiales que la Franja necesita desesperadamente.
Sourani y otras fuentes bien informadas señalan que la disciplina de los resistentes esconde un barril de pólvora que podría explotar en cualquier momento, de forma inesperada, como ocurrió en la primera Intifada en Gaza en 1989 después de años de miserable represión que no despertó ninguna noticia o preocupación.
El simple hecho de mencionar uno de los innumerables casos, poco antes del estallido de la Intifada una niña palestina, Intissar al-Atar, fue asesinada a tiros en el patio de recreo por un residente de un asentamiento judío cercano. Fue uno de los varios miles de colonos israelíes que llegaron a Gaza, en violación del derecho internacional y protegido por la presencia un ejército enorme, tomando el control de la mayor parte de la tierra y el agua escasa de la Franja y que vivían "pródigamente en 22 asentamientos en medio de 1,4 millones de palestinos pobres ", tal como el delito es descrito por el académico israelí Avi Raz. El asesino de la estudiante, Shimon Yifrah, fue arrestado, pero rápidamente liberado bajo fianza cuando la Corte determinó que "el delito no es suficientemente grave" para merecer orden de detención. El juez comentó que lo único que pretendía Yifrah era impresionar a la chica con el disparo de su arma en un patio de la escuela, no matarla, por lo que "no se trata de un caso de una persona criminal a la que haya que castigar o disuadir o que tenga que aprender una lección encarcelándolo”. Yifrah fue condenado a siete meses de prisión mientras los colonos en la sala estallaban en canto y baile. Y reinó el silencio usual. Después de todo, es una rutina.
Y así es. Cuando Yifrah fue puesto en libertad, la prensa israelí informó de que una patrulla del ejército disparó en el patio de una escuela de niños de 6 a 12 años en un campo de refugiados de Cisjordania, hiriendo a cinco, al parecer con la intención única "de impresionarlos”. No hubo cargos y el suceso de nuevo no llamó la atención. Era sólo un episodio más en el programa de "la ignorancia como castigo", informó la prensa israelí, incluyendo el cierre de las escuelas, el uso de bombas de gas, golpeando a los estudiantes con las culatas de los rifles, prohibición de asistencia médica a las víctimas; y más allá de las escuelas el imperio de una brutalidad más severa, llegando a ser aún más salvaje durante la Intifada, bajo las órdenes del ministro de Defensa, Yitzhak Rabin, otra paloma admirada.
Mi impresión inicial, después de una visita de varios días, era de asombro, no sólo por la capacidad de sobrevivir, sino también por el vigor y la vitalidad de los jóvenes, especialmente en la universidad, donde pasé gran parte de mi tiempo en una conferencia internacional. Pero allí también se pueden detectar signos de que la presión puede llegar a ser demasiado difícil de soportar. Los informes indican que entre los jóvenes hay frustración latente, está el reconocimiento de que bajo la ocupación israelí el futuro no les depara nada bueno. No es mucho lo que los animales enjaulados pueden soportar y puede haber una explosión, que tal vez tome formas feas, ofreciendo así una oportunidad para que los apologistas israelíes y occidentales hagan un acto de justicia y condenen a las personas culturalmente retrasadas, como explicó con perspicacia Mitt Romney.
Gaza tiene el aspecto típico de una sociedad del tercer mundo, bolsones de riqueza rodeadas de pobreza espantosa. Sin embargo no está "subdesarrollada". Más bien está "hiper-desarrollada", y de manera sistemática, para usar los términos de Sara Roy, la principal especialista académica en Gaza. La Franja de Gaza podría haberse convertido en una próspera región del Mediterráneo, con una agricultura rica y una floreciente industria de la pesca, playas maravillosas y, como se descubrió hace una década, con buenas perspectivas de amplios suministros de gas natural en sus aguas territoriales.
Por coincidencia o no, así ocurrió cuando Israel intensificó su bloqueo naval, hizo retroceder a las embarcaciones de pesca a la costa, por ahora a 3 millas más o menos.
Las perspectivas favorables se abortaron en 1948, cuando la Franja tuvo que absorber un flujo de refugiados palestinos que huyeron aterrorizados o fueron expulsados por la fuerza de lo que se convirtió en Israel, en algunos casos expulsados meses después del alto el fuego oficial.
De hecho los estuvieron expulsando hasta cuatro años después, como informó Haaretz (25 de diciembre de 2008) en un inteligente estudio de Beni Tziper sobre la historia del Ashkelon israelí bajo la perspectiva de los cananeos. En 1953, dice, existía un “cálculo frío necesario para limpiar de árabes la región”. El nombre original, Majdal, ya se había "judaizado" al actual Ashkelon, una práctica usual.
Eso fue en 1953, cuando no había ningún indicio de necesidad militar. El propio Tziper nació en 1953, y mientras caminaba por los restos del antiguo sector árabe, reflexionaba que "es muy difícil para mí, muy difícil, darme cuenta de que mientras mis padres estaban celebrando mi nacimiento a otras personas las estaban cargando en camiones y expulsándolas de sus hogares".
Las conquistas de Israel de 1967 y sus consecuentes golpes administrativos. Luego llegaron los terribles crímenes ya mencionados que continúan en la actualidad.
Los signos se ven fácilmente, incluso en una breve visita. Sentado en un hotel cerca de la costa, se puede escuchar el fuego de ametralladora de las cañoneras israelíes que obligan a los pescadores que estaban fuera de las aguas territoriales de Gaza a retornar hacia la costa, por lo que se ven obligados a pescar en aguas muy contaminados porque los Estados Unidos e Israel se niegan a permitir la reconstrucción de los sistemas de alcantarillado para las aguas residuales y los sistemas de alimentación que ellos destruyeron.
En los Acuerdos de Oslo se establecieron los planes de dos plantas de desalinización, una necesidad en esta árida región. Uno de ellos, que era una instalación avanzada, se construyó en Israel. La segunda está en Khan Yunis, en el sur de Gaza. El ingeniero encargado de obtener agua potable para la población explica que esta instalación se diseñó de manera que no se puede utilizar agua del mar, sino que debe basarse en el agua subterránea, un proceso más barato que degrada aún más el magro acuífero, garantizando problemas graves en el futuro. Incluso con ello el agua es muy limitada. El organismo de las Naciones Unidas de Socorro y Obras Públicas (UNRWA), que se ocupa de los refugiados (pero no de los habitantes originarios de Gaza), recientemente publicó un informe advirtiendo de que los daños en el acuífero pueden convertirse pronto en "irreversibles" si no se toman medidas correctoras rápidamente, porque para 2020 Gaza puede convertirse en un "lugar inhabitable”.
Israel permite la entrada de hormigón para los proyectos de la UNRWA, pero no para las enormes necesidades de reconstrucción de los habitantes de Gaza. El equipo pesado se encuentra limitado y en su mayoría ocioso, ya que Israel no permite la entrada de materiales de reparación. Todo esto forma parte del programa general descrito por oficial israelí Dov Weisglass, asesor del primer ministro israelí Ehud Olmert, después de que los palestinos desobedecieran la orden en las elecciones de 2006: "La idea", dijo, "es poner a los palestinos a dieta, pero no dejarlos morir de hambre”. Eso no se vería bien.
Y el plan se está siguiendo escrupulosamente. Sara Roy ha proporcionado numerosas pruebas en sus estudios académicos. Recientemente, después de varios años de esfuerzo, la organización israelí de derechos humanos Gisha logró obtener una orden judicial para que el gobierno abra sus registros que detallan los planes de la dieta y la forma en que se ejecutan. Establecido en Israel, el periodista Jonathan Cook los resume: "Los funcionarios de sanidad presentaron cálculos sobre la cantidad mínima de calorías necesarias para el millón y medio de habitantes de Gaza para evitar la desnutrición. Estas cifras se tradujeron luego en los camiones cargados de alimentos que Israel debía permitir en Gaza cada día… un promedio de solo 67 camiones, mucho menos de la mitad del requerimiento mínimo. Esto, comparado con más de 400 camiones antes del bloqueo. "E incluso esta estimación es demasiado generosa, informan los funcionarios de la ONU.
El experto en Medio Oriente, Juan Cole observa que el resultado de la imposición de la dieta, es que "a) Alrededor del 10% de los niños palestinos de Gaza menores de 5 años han tenido su crecimiento atrofiado por la desnutrición... además la anemia está generalizada, y afecta a más de dos tercios de los niños, el 58,6% de los escolares y más de un tercio de las madres embarazadas”. EE.UU. e Israel quieren asegurarse de que sólo se permita la supervivencia mínima.
"Lo que hay que tener en cuenta", observa Raji Sourani, "es que la ocupación y el cierre absoluto es un ataque actual sobre la dignidad humana de las personas en Gaza en particular y de todos los palestinos en general. Se trata de la degradación sistemática, la humillación, el aislamiento y la fragmentación del pueblo palestino”. La conclusión es confirmada por otras fuentes. En una de las principales revistas médicas del mundo, The Lancet, un médico visitante de Stanford, horrorizado por lo que había presenciado, describe Gaza como "una especie de laboratorio para la observación de la falta de dignidad", una condición que tiene "devastadores" efectos en las condiciones físicas y en el bienestar mental y social. "La vigilancia constante desde el cielo, el castigo colectivo a través del bloqueo y el aislamiento, la intrusión en los hogares y las comunicaciones y las restricciones a los que tratan de viajar, casarse o trabajar hacen que sea difícil vivir una vida digna en Gaza”. Los araboushim deben aprender a no levantar la cabeza.
Había grandes esperanzas de que el nuevo gobierno de Morsi en Egipto sea menos esclavo de Israel que la dictadura de Mubarak, respaldado por Occidente, y abra el cruce de Rafah, el único acceso al exterior de los atrapados habitantes de Gaza que no está sujeto a control directo israelí. Ha habido una ligera apertura, pero no mucha. La periodista Laila El-Haddad escribe que la reapertura bajo Morsi "es simplemente un retorno al statu quo de los últimos años: sólo los palestinos que portan una tarjeta de identificación de Gaza aprobada por el gobierno israelí pueden usar el paso fronterizo de Rafah", excluyendo a muchos palestinos como por ejemplo a parte de la familia de Haddad, donde sólo uno de los cónyuges tiene una tarjeta.
Además, continúa, "el cruce no conduce a Cisjordania ni permite el paso de mercancías, que solo pasan por los cruces controlados por Israel y sujetos a la prohibición de los materiales de construcción y la exportación”. El cruce de Rafah restringido no cambia el hecho de que "Gaza sigue bajo asedio marítimo y aéreo hermético, y sigue cerrada para los palestinos cultural, económica y académicamente en el resto de los [territorios ocupados], en violación de las obligaciones de Estados Unidos e Israel en virtud de los Acuerdos de Oslo".
Los efectos son dolorosamente evidentes. El director del hospital de Khan Yunis, que también es jefe de cirugía, describe con ira y pasión que incluso carecen de medicamentos para el alivio de los pacientes, así como de equipo quirúrgico simple, dejando indefensos a los médicos y a los pacientes que agonizan.
Historias personales que añaden una textura vívida al disgusto general que uno siente por la obscenidad de la dura ocupación. Un ejemplo es el testimonio de una joven que desesperaba porque su padre de 60 años, que se habría sentido orgulloso de que ella fuera la primera mujer del campo de refugiados que había obtenido un grado superior, “falleció tras 6 meses de lucha contra el cáncer porque la ocupación israelí le negó un permiso para ir a los hospitales israelíes a recibir tratamiento. Tuve que suspender mis estudios, el trabajo y la vida para ir a sentarme junto a su cama. Nos sentamos todos, incluyendo a mi hermano el médico, el farmacéutico y mi hermana, viendo todos impotentes y sin esperanza su sufrimiento. Murió durante el bloqueo inhumano de Gaza en el verano de 2006 con muy poco acceso a servicios sanitarios. Creo que la impotencia y la desesperanza son los sentimientos más mortíferos que se pueden sentir. Matan el espíritu y rompen el corazón. Se puede luchar contra la ocupación pero no se puede luchar contra el sentimiento de impotencia. Ni siquiera se puede diluir esa sensación".
La repugnancia por la obscenidad agravada por la culpa. Tenemos la posibilidad de acabar con el sufrimiento de los samidin y permitirles que disfruten la vida, la paz y la dignidad que merecen.
> A propósito de la nueva agresión de Israel a la Franja de Gaza, por Atilio Boron
Sobre el antisemitismo como chantaje político
Quienes condenen la nueva agresión perpetrada por Israel en la Franja de Gaza se exponen a recibir una reiterada descalificación: “antisemita”. Para esos inveterados racistas cualquier crítica a las políticas genocidas del estado de Israel, cualquier denuncia de sus atrocidades y de su barbarie sólo puede nacer de un intenso odio al pueblo judío. Tamaña confusión entre pueblo y régimen político no es casual ni gratuita. Constituye, en cambio, el absurdo chantaje metódicamente utilizado por la derecha reaccionaria israelí y sus aliados en el imperio para desacreditar cualquier denuncia de los crímenes del estado de Israel y de su suicida curso de acción que, en el largo plazo, tendrá como víctima al propio pueblo judío. Esta postura para nada es exclusiva de los fascistas israelíes: recuerda la que adoptaban sus congéneres argentinos cuando calificaban de “campaña anti-argentina” las críticas que desde dentro y fuera del país se dirigían en contra de la dictadura terrorista cívico-militar que sembró destrucción y muerte en la segunda mitad de los años setentas. Ellos también equiparaban maliciosamente pueblo y gobierno -como hoy lo hacen los racistas judíos- para desvirtuar cualquier ataque contra el estado terrorista como si fuera una agresión al pueblo argentino. En ambos casos lo que se pretende es defender a un régimen político nefasto que, en el caso de Israel, ha sido denunciado por eminentes personalidades de la comunidad judía, dentro y fuera de ese país. Son conocidas –pese a ser silenciadas oficialmente- las dudas que Albert Einstein y el gran filósofo judío Martin Buber abrigaban en relación a la forma concreta que estaba tomando la creación del estado de Israel ya en sus primeros años de vida. Poco antes del desencadenamiento de la operación “Pilar Defensivo” Noam Chomsky informaba sobre lo que pudo ver en su en su reciente visita a la Franja de Gaza, y sus críticas fueron demoledoras. Puede accederse al video correspondiente en: http://www.democracynow.org/2012/11/14/noam_chomsky_on_gaza_and_the.
La lista de eminentes judíos disconformes con las políticas del estado israelí sería interminable: Daniel Barenboim y su noble cruzada pacifista con el palestino Edward Said se nos viene inmediatamente a la mente, lo mismo que el vibrante testimonio de Norman Finkelstein, un politólogo estadounidense, hijo de sobrevivientes de los campos de concentración del nazismo, quien en una conferencia ofrecida en 2010 en la Universidad de Waterloo (Canadá) dijo que “No hay nada más despreciable que usar el sufrimiento y el martirio de ellos (quienes murieron en campos de concentración) para justificar la tortura, la brutalidad, la destrucción de hogares que Israel comete a diario con los palestinos. Por lo tanto me niego a ser presionado o intimidado por sus lágrimas de cocodrilo, (en referencia a una de las asistentes a su conferencia).” Este pasaje de su presentación en la Universidad de Waterloo puede verse en: https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=gE8GESi35Yw
A lo anterior podrían agregarse las múltiples organizaciones judías que rechazan esa espuria identificación entre pueblo y régimen. Una de ellas, denominada Jews for Justice for Palestinians. Two peoples-one future, tiene como divisa una cita del Rabino Hillel, del siglo I antes de Cristo, que para horror de los ultraortodoxos de hoy día reza así: “Lo que no quieras para ti no lo hagas a tu vecino. Esto es toda la Torah. El resto son comentarios.” Hillel se anticipó nada menos que en 1800 años al célebre imperativo categórico que popularizara Immanuel Kant: “Actúa sólo de forma tal que la máxima de tu acción pueda convertirse en una ley universal.” Por supuesto que no serán las enseñanzas de aquel sabio judío o las del filósofo prusiano las que vayan a asimilar Netanyahu, su fascista canciller Avigdor Lieberman y los halcones israelíes; escucharán más bien los torpes balbuceos de algunos decrépitos sucesores de Hillel, movidos por un odio inconmensurable hacia el pueblo de cuyas tierras se apoderaron, los palestinos, y de los cuales in pectore se pone en duda su misma condición humana.
Lo anterior permite comprender las razones por las que el gobierno de Israel pudo movilizar sin escrúpulo alguno su infernal máquina guerrera contra un pueblo indefenso, sin ejército, sin aviación, sin marina de guerra, sin status internacional reconocido, bloqueado por aire, tierra y mar, imposibilitado de recibir ayuda externa (medicamentos, alimentos, ropa, etc.) y encerrado “como animales en una jaula”, como lo recuerda Chomsky en la entrevista citada más arriba. Pero hay algo más: según informa Walter Goobar el periodista israelí Aluf Benn publicó en el diario Haaretz de este jueves una nota en la que se asegura que Ahmed Yabari –el jefe militar de Hamas cuyo asesinato desencadenó la violencia- era el “responsable del mantenimiento de la seguridad de Israel en la Franja de Gaza”. En un giro por demás siniestro de los acontecimientos Yabari no fue eliminado por ser un jefe terrorista como dijo la propaganda sionista sino porque estaba negociando un acuerdo de paz. Como asegura Goobar, “esta no es una afirmación retórica ni obra de una maniobra de victimización de Hamás, sino que quien lo afirma es nada menos que Gershon Baskin, un mediador israelí que llevaba y traía propuestas entre Yabari y altos cargos israelíes.” Tiene sentido: ni el complejo militar-industrial estadounidense ni el fundamentalismo racista israelí están interesados en lo más mínimo en llegar a un acuerdo de paz en esa parte del mundo. La guerra es un gran negocio y, a la vez, un recurso para tratar de estabilizar la tambaleante situación geopolítica que impera en Medio Oriente. Además, en este caso, esta operación casi no tiene costos para Israel porque no son dos ejércitos los que se enfrentan -y que podrían infligirse daños relativamente semejantes- sino una formidable fuerza militar que cuenta con todo el apoyo de la mayor potencia militar en la historia de la humanidad y una población civil acorralada e inerme, que lo único que tiene para repeler el ataque es el voluntarismo de sus milicianos que mal puede equiparar la fenomenal desproporción existente entre los armamentos de ambas partes. El recuento de víctimas de uno y otro lado exime de mayores comentarios.
Con estos antecedentes a la vista es apropiado caracterizar al Estado de Israel como un “Estado canalla”, que viola flagrantemente, con el incondicional apoyo del amo imperial, la legislación internacional, las resoluciones de las Naciones Unidas y el derecho de gentes. Tal como lo subraya Finkelstein ningún chantaje de “antisemitismo” puede disolver el carácter genocida de estas políticas; ningún ardid extorsivo, cuya eficacia obedece a los imperdonables horrores de la shoah perpetrado por el régimen nazi (y condonado por las potencias imperialistas de la época) puede obrar el milagro de transformar el vicio en virtud o el crimen en bondad. Y ante ello ningún hombre o mujer debe permanecer callado. El cómplice silencio de los años treinta y cuarenta posibilitó el exterminio de los judíos en la Alemania nazi. La comunidad internacional no puede incurrir otra vez en semejante error, sobre todo cuando sabemos que los gobiernos de las principales potencias, bajo la dirección de Estados Unidos, no harán absolutamente nada para detener esta carnicería porque han sido desde 1948 hasta hoy cómplices y partícipes necesarios de cuanto crimen haya cometido el Estado de Israel. Si existe eso que algunos llaman la “sociedad civil mundial” debe manifestarse, ahora, antes de que sea demasiado tarde.
Cerramos esta breve reflexión citando las actualísimas palabras de León Rozitchner, un gran filósofo marxista, judío, argentino, fallecido hace poco más de un año. Un maestro en el sentido más integral del término, que en el “Epílogo” de un notable libro de su autoría, Ser Judío, se preguntaba lo siguiente:
“¿Qué extraña inversión se produjo en las entrañas de ese pueblo humillado, perseguido, asesinado, como para humillar, perseguir y asesinar a quienes reclaman lo mismo que los judíos antes habían reclamado para sí mismos? ¿Qué extraña victoria póstuma del nazismo, qué extraña destrucción inseminó la barbarie nazi en el espíritu judío? ¡Qué extraña capacidad vuelve a despertar en este apoderamiento de los territorios ajenos, donde la seguridad que se reclama lo es sobre el fondo de la destrucción y dominación del otro por la fuerza y el terror! Se ve entonces que cuando el estado de Israel enviaba sus armas a los regímenes de América Latina y de África, ya allí era visible la nueva y estúpida coherencia de los que se identifican con sus propios perseguidores. Los judíos latinoamericanos no lo olvidamos. No olvidemos tampoco Chatila y Sabra”.
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