El territorio es nuestro supermercado, dice. De esas góndolas de cielo y verdores se toma la carne, la semilla, el fruto, el agua, las alas del pájaro, la sustancia de la felicidad. Félix Díaz, líder de la comunidad qom formoseña, 52 años, cuatro hijos, tres nietos, está contenido en un departamento en el que lo atrapa y lo ahoga la Ciudad. Tan lejos de las fiestas y las iras de la naturaleza, tan lejos de esa tierra propia y despojada. Habla largamente con APe sobre las farsas históricas, las rebeldías, las firmas con el pulgar, los engaños atávicos, la muerte en la ruta 86, el acampe en la 9 de Julio, Larroque, La Cámpora y el despojo desde hace 520 años.
-Hay algo que haya cambiado desde la represión del 23 de noviembre en la ruta 86, cuando asesinaron a Roberto López?
-Para nosotros hubo pasos importantes a nivel social. A nivel gubernamental, no se avanzó absolutamente nada. Los pequeños pasos que dimos fueron producto de nuestra propia necesidad para encontrar salida a la situación acuciante que padecemos. En sí hubo retrocesos muy grandes. Estamos siendo imputados. La causa se está agravando. Se está tratando de justificar la intervención policial y ocultando la mala actuación del juez que dio la orden de reprimir a los manifestantes y quemar las casas de los miembros de la comunidad sin orden judicial. Todo ese proceder de la justicia formoseña hace que nosotros terminemos siendo culpables de todo lo que pasó y de la muerte del hermano Roberto López y la del policía. Y mi persona está sindicada como el ideólogo de la muerte de estas dos personas y el juez, el doctor Garzón, entendió que no se cometió delito de parte de la comunidad indígena y nos sobreseyó de las causas penales por rebeldía, resistencia a la autoridad y también daños y perjuicios.
-Por las casas quemadas, por la gente indefensa golpeada y herida a balazos, por la muerte de López, ¿quién está imputado?
-No hay ni siquiera un policía imputado, tampoco el juez que dio la orden, ni los comisarios generales, ni la gendarmería, ni los punteros políticos. Sólo los indígeneas tienen imputaciones graves. Y la Cámara de Apelación, a través del juez Salas, revocó el sobreseimiento de la totalidad de los miembros de la comunidad.
-¿Cuál es la acusación legal de fondo que a ustedes les hacen?
-Delitos graves como usurpación, homicidio, planificación intelectual de la muerte del policía y también, como una especie de terrorista y peligro para la sociedad. Lo único que hemos hecho es reclamar las tierras. Porque nosotros tenemos las documentaciones, el decreto nacional de 1940, para que la comunidad ocupe como reserva indígena 5000 hectáreas. Ese decreto fue ratificado en el 52. Se pasó a la provincia la administración del territorio y la provincia saca un decreto en 1963 ratificando esa misma cantidad de hectáreas. En 1984 u 85, la provincia empieza a manipular el territorio y conforma una asociación civil que en teoría es la titular de las tierras. La comunidad ni siquiera sabía la función de esa herramienta jurídica. Y la personería, al no ser renovada, se vence. Entonces cae el título de propiedad y las tierras indígenas pasan a tierras fiscales. El gobierno de la provincia argumenta que las comunidades no saben organizarse. Y dicen que nosotros mismos entregamos las tierras. Nunca fuimos consultados. Nunca se nos informó la función de esa personería jurídica. Pasaron los años y en 2008 nos dimos cuenta por el avance de los criollos sobre nuestras tierras. Se instala la Universidad Nacional de Formosa y presentamos una medida cautelar ante el Juzgado Federal porque estamos desesperados por el despojo que están haciendo a nuestras tierras. En 1979, el parque nacional las usurpó, donde está la laguna Blanca. Que tiene para nosotros un enorme valor espiritual porque es una laguna sagrada. Ahí están los recursos naturales, los espíritus que protegen el agua y las especies que habitan bajo el agua.
-¿Cómo es la vida en la comunidad?
-Es una vida muy dura. De muchas dificultades en cuanto a la salud. En este momento, en que hace un calor terrible, hay mayor necesidad de acceso al agua y no es posible. Es necesario acceder a la educación, al trabajo. No se puede subsistir a través de los recursos naturales porque están todos afuera del territorio. Sería importante contar con programas del Estado. Pero lastimosamente, por este camino que hemos emprendido, nos miran como opositores al gobierno provincial y nacional. Porque nos hacen entrevistas en Canal 13, a veces en otros medios que dicen que son de la oposición y entonces dicen que estamos financiados por Clarín. Graves errores para justificar no atender a los indígenas por pensar distinto. Lo que hemos hecho es ignorar este desconocimiento del Estado hacia nuestras personas y seguimos tratando de llegar por el diálogo pero es imposible. No contamos con recursos para fortalecernos como organización.
-A partir de que han sido corridos y acorralados, les han dejado las tierras más áridas, más yermas. ¿qué se puede hacer donde viven hoy?
-La tierra que ocupamos ha sido de la peor calidad, ya en los tiempos en que se empezó a colonizar el territorio. Porque nos arrinconaron. Hay una pequeña parte que podrían habitar los hermanos, que es fértil pero ahí está puesta la codicia y la mira de los investigadores de los recursos naturales porque es una tierra que está intacta. Entonces de las 5000 hectáreas, tenemos en nuestras manos 3300 hectáreas. Dentro de eso, están los criollos que están usurpando nuestras tierras, alambran y ni siquiera nos permiten recorrer nuestras propias tierras porque están apoyados por la policía, los jueces, los punteros políticos. Cuando denunciamos ellos dicen que el que labra la tierra es el que tiene derecho porque es el que hace el desarrollo económico del país y la provincia.
-Hay dos sectores a diferenciar: por un lado, están los campesinos, que también defienden sus tierritas. Por otro, los empresarios sojeros que arrasan con todo. ¿ustedes se sienten muy lejos de ese campesinado en lucha?
-Es una discusión muy compleja. No podemos compararnos con los campesinos. Porque los campesinos tienen otra forma de lucha, otra forma de pensar. Hay algunas pequeñas similitudes. Ellos se organizan y son blancos, no son discriminados. Nosotros somos indígenas. Y no tenemos acceso al acompañamiento técnico para la producción y a programas de fortalecimiento. Estamos anulados por el solo hecho de ser indígenas y por reclamar nuestros derechos. Es muy lamentable. Vivimos a esta altura del tiempo en que siempre hemos acompañado a las organizaciones campesinas, gremiales. Salimos a retomar nuestra propia identidad que es el único que podría garantizar nuestra lucha. Una vez conocidos los derechos, creímos que era más fácil exigir al Estado. Son derechos constitucionales. que han sido logros de los pueblos indígenas. Empezamos a exigir que se apliquen. Dicen las leyes que se reconoce la preexistencia de los pueblos y se garantiza el respeto hacia la diferencia cultural. Pero lastimosamente muchas de esas leyes están pero no fueron reglamentadas. Todo es una burla enorme del Estado hacia los pueblos indígeneas. Creíamos que como está escrito, era herramienta para favorecer nuestra lucha. Pero no fue así.
-Cómo era la vida en los tiempos de la niñez?
-Para mí fue lo más hermoso vivir así, sin problemas. A pesar de que no contábamos con los medios éramos libres. Teníamos la posibilidad de relacionarnos en medio de la naturaleza, de jugar, subsistir. En ese momento, contábamos con medios necesarios para equilibrar la alimentación, la prevención de la salud. Nuestros ancianos sabían cómo proteger a su familia. Y dentro de esa protección están los médicos, los pi'oxonaq, los chamanes. Que son médicos naturalistas y curan a través de los remedios naturales. Eso se fue perdiendo porque la misma sociedad impone la evangelización. Y ese cristianismo fue detractor de los pi'oxonaq y también de las parteras indígenas, porque dicen que son herejes. No permiten a los indígenas acudir porque dicen que son del diablo. No permiten que una mujer asista en el parto porque dicen que representan al demonio. Y provocan un distanciamiento de los indígenas hacia la naturaleza. Y eso produjo enfermedades, hambre y perdimos también la espiritualidad. Por manipular al indígena diciendo que tiene que ser blanco, actuar como hacen los demás que son civilizados. Que no tiene que ir a la caza, a la pesca, a la recolección porque son cosas del pasado. Son cosas que a veces duelen porque somos parte de esta Argentina, que nos lavó el cerebro y pensaron que ya no existimos. Sin saber que nuestros padres han sobrevivido y siguen sobreviviendo. Nos damos cuenta en estos últimos tiempos porque empezamos a leer, a hablar con la gente, con gente buena que comparte sus miradas. Por reclamar nos ven como perturbadores de la paz social, según la expresión del mismo gobernador. Esa negación, el rechazo a esa imposición, ha costado la vida de dos hijos: una hija, que tenía 4 años y medio y un varón que tenía 3 meses que hemos perdido por falta de asistencia médica.
-¿Qué es exactamente falta de asistencia?
-Uno va al hospital, te atienden salís y te dan una receta hospitalaria y el remedio no está. Y obligatoriamente tenés que ir a comprar. Y si no tenés plata hay que ir a los punteros políticos y si sos compañero peronista te dan lo mínimo. Pero si no lo sos, no te dan nada. Cuando llegan las elecciones, todos nos abrazan, comen nuestra comida, toman nuestra agua y después desaparecen. Desde el 84 hasta el 2008, en que nos dimos cuenta, empezamos a discutir qué nos pasa. No tenemos nada. No tenemos hijos que puedan llegar a ser profesionales. Y en las escuelas, no hay maestros indígenas. A partir de los 6 ó 7 años, recién empieza a estudiar el castellano en la escuela. Y cómo vas a poder enseñar a un chico si no le entendés el idioma. Los chicos que salen de la comunidad, van al secundario pero se vuelven a su casa porque lo que aprendieron en la comunidad no les permite competir con otros chicos de la zona porque tienen mejor nivel que los nuestros. Una gran parte de nuestros jóvenes son analfabetos. Hablan poco el castellano. Y esto sirvió para poder retomar la identidad. En las zonas urbanas, los chicos de las comunidades pierden enseguida su lengua materna porque quieren ser parte de la sociedad. Pero el rostro es lo que hace que se lo discrimine. Los mismos compañeros, los docentes los discriminan.
-¿Actualmente la comunidad sufre hambre y desnutrición?
-Hoy sufrimos hambre, falta de trabajo que es central. Siempre hemos sido los mejores peones de campo. Porque cuando no existía la tecnología, éramos los carpidores, los cosecheros, los que fumigábamos las chacras de los colonos. Hemos trabajado duramente chacra ajena. Estos campesinos, colonos, que empezaron a enviar sus hijos en las mejores universidades vuelven siendo médicos, abogados y dicen: yo llegué a ser profesional gracias a mi esfuerzo. Y no saben acaso que fue el indígena el que les dio la posibilidad. Los abogados vuelven para estar contra nosotros. Alambran nuestros territorios, prohíben que ingresemos, porque dicen que son logros de su esfuerzo. Sin embargo, están usurpando nuestras tierras. Y hay médicos, abogados, gendarmes, policías, que han despojado el territorio indígena. Cómo frenar la injusticia...
-¿Qué cosas ya dejaron definitivamente de existir en los territorios?
-Muchísimas. Desde que empezó la manipulación de los estados a las comunidades, fue el estado el responsable de dividir a las familias. Nombran a un indígena como funcionario, elige al indígena que ni siquiera sabe leer y escribir y lo pone como administrador. Entonces el Estado nombra a un blanco para que lo asesore. El blanco es el que prepara la nota y hace firmar al administrador, que avala con su dígito pulgar el despojo. Y entonces ¿qué es lo que pasa? Ah…ustedes mismos son los que entregan todo. Cuando alguien se muestra como potencial líder, lo compran con un puesto, un auto, un salario. Y así el pueblo lo pierde.
-¿Intentaron comprarlo? Cuántas veces?
-Muchas veces. En 2010, me habían designado como delegado del Inadi a nivel nacional. Organicé a mi gente, capacitaciones. Después de la represión, vinimos a Buenos Aires y me dijeron “si querés seguir cobrando, tenés que retirarte de la avenida de Mayo y 9 de julio. Te damos aumento de sueldo, viáticos, sos el referente nacional de las comunidades”. Yo no podía hacer eso, mi conciencia no me permitía. Yo no podía cerrar los ojos. Yo respeto la sangre derramada por las mujeres en la ruta nacional 86, la vida que fue asesinada del hermano Roberto López. Esa sangre no tiene valor económico. Para nosotros la vida es sagrada. Los líderes están para servir, no para ser patrón.
-¿Cómo fue realmente la salida del acampe de la 9 de julio?
-Para nosotros fue una salida muy lamentable porque fuimos muy presionados por el gobierno nacional a través de este chico (diputado nacional de La Cámpora Andrés) Larroque, que fue el que me quería obligar porque decía que estaba apoyado por Aníbal Fernández. Nosotros queríamos dialogar. La única forma de mantener la agenda de diálogo, nos decían era que nos retiráramos. Era un miércoles. La próxima mesa iba a ser el lunes. Aparecieron el jueves, el viernes… El cuervo Larroque venía todas las noches y me decía ¿qué necesitás? ¿Plata? ¿Viviendas? Te vamos a dar 80 viviendas para tu gente. Pero váyanse. Yo le dije que quería elegir qué gente iba a ir a negociar. Y él me dijo: no, tenés que ir solo. Yo sabía que solo no tenía que ir. Esa noche me fui a descansar y a las 6 de la mañana me llaman y me dicen “Félix ¿qué pasó? Acá está la gendarmería, los micros, que dicen que nos trasladan a nuestras casas”. Así terminó. Es que los políticos son muy astutos. Y no les importa la vida.
-¿Ve alguna lucecita de amanecer real en el futuro?
-Esperanzas siempre tenemos. Mientras uno respira, espera que mañana tengamos un buen día. Alguien nos dio la vida para hacer el bien y al estar comunicados con los espíritus que son los que nos dan la posibilidad de prevenir estos maltratos de la vida, si estamos desconectados con esos seres, no tenemos esperanzas de una vida digna. Pero si esos seres vuelven a relacionarse con nosotros, es ahí donde está la vida. Y para nosotros la vida está en el territorio. Porque para nosotros el territorio es un supermercado. Ahí está la medicina, el alimento, los recursos naturales, el agua, la pesca.
Por Claudia Rafael y Silvana Melo
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