La reforma de la Ley de Hidrocarburos obtuvo media sanción en Senadores
La reforma de la Ley de Hidrocarburos establece la misma entrega pactada en secreto con Chevron para todas las multinacionales. Además, profundiza la apuesta por los no convencionales y el fracking.
La edición de hoy (9 de octubre) de Página/12 -la tapa tiene que ver con Clarín, por supuesto- contiene una nota sobre la reforma de la Ley de Hidrocarburos que dice todo. Lleva de título 'Soberanía petrolera como meta' y en el última párrafo sintetiza la finalidad del proyecto: "La ley atraerá inversiones y tecnología", comienza citando, y más adelante agrega: "El plan que formulara la conducción de YPF, al producirse la recuperación de la empresa para el Estado nacional y la asunción de Miguel Galuccio como CEO, establecía una proyección de inversiones de 35 mil millones de dólares, fundamentalmente con capitales asociados del exterior. La petrolera nacional cumpliría el rol de orientador de las inversiones y, por tanto, garante de la ejecución del plan, tarea para la cual requirió las reformas que anoche avanzaban hacia su media sanción".
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Reproducimos interesante artículo del OPSur:
Ante la reforma de la Ley de Hidrocarburos
Loteo con beneficios
(29 de septiembre de 2014) Mañana comenzará a tratarse en el
Congreso de la Nación el proyecto de reforma de la Ley 17.319 de
Hidrocarburos que impulsan el Gobierno Nacional y la Organización
Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi). En resumidas
cuentas, el objetivo es dinamizar el mercado hidrocarburífero a través
de la estandarización de la legislación y los contratos para atraer la
inversión externa. Una receta que marca continuidades con otras
políticas iniciadas en la década de los ’90, sostenidas en los años
siguientes, y con las reformas promovidas por el Departamento de Estado de EE.UU. en Este de Europa para viabilizar la explotación de yacimientos de gas y petróleo de esquistos.
Uno de los cambios más profundos que propone el proyecto llega bajo el discurso de la competitividad,
una palabra muy de moda en las olas neoliberales de los años ’90. Es
bajo este paradigma que, de aprobarse la reforma tal cual llegó al
Congreso, los Estados provinciales y el nacional quedarán impedidos de crear áreas de reserva
y adjudicarlas a las empresas que controlan (GyP, Enarsa, Pampetrol,
etc.); también se pone fin al sistema de acarreo -que permitía asociarse
a proyectos sin realizar una inversión inicial de capital. De esta
manera, a dichas empresas se les exigen los mismos requisitos que a las
privadas, lo que implica en la práctica profundizar las asimetrías
frente a las grandes compañías. Por otro lado, la aprobación e
implementación de reforma de la Ley de Hidrocarburos con Enarsa
significaría firmar su defunción ya que las áreas offshore que controla
serán revertidas a Secretaría de Energía de Nación para nuevas
licitaciones “competitivas”.
Es decir, no sólo no se descarta de
plano la transferencia del dominio de los hidrocarburos y control de la
industria por parte del Estado Nacional, con participación de las
provincias, sino que allana aún más el camino al sector privado. Si bien
la iniciativa recibió algunas críticas de representantes de empresas
transnacionales, que reprochan que sólo YPF participara de la discusión,
el proyecto responde a las demandas del sector que, hasta el
momento, dosificó al extremo las inversiones a la espera de mayores
beneficios. El texto en ciernes mantiene el modelo de concesiones y, en
ese aspecto, sólo modifica los plazos de los períodos de exploración y
explotación, según se trate de bloques convencionales, offshore o no convencionales;
con respecto al último tipo de yacimientos, se le asigna un tipo de
concesión particular y, en sintonía con las modificaciones que introdujo
el acuerdo YPF-Chevron, se le confiere un plazo de explotación inicial
de 35 años. Por otra parte, quita el tope a la cantidad de áreas
adjudicadas por empresa –cinco por concesionario-, “sincerando” una
situación de abierta irregularidad en la que se encontraban las
principales compañías y, en definitiva, legalizando los procesos de concentración oligopólica. Asimismo, en otro guiño al sector, se pone un techo a las regalías
(hasta 18%) y, reduce del 50% al 25% la tasa de acumulación del canon
que la concesionara paga en caso de prórroga durante etapa de
exploración.
Por otra parte, este proyecto pone de
manifiesto la volatilidad de los discursos que pronosticaban, en el
corto plazo, lograr la soberanía hidrocarburífera y el
autoabastecimiento a partir de la explotación masiva de Vaca Muerta y
otras formaciones de esquistos. En un nuevo intento de incrementar los
niveles de extracción de gas y petróleo, el Estado renuncia a otra porción de la renta petrolera,
al poner un techo, e incluso permite reducir, el cobro de regalías,
esta vez, a fin de estimular los proyectos de recuperación terciaria y
el desarrollo de yacimientos offshore y de crudos ultra pesados -el
nuevo actor no convencional cuyo potencial conocido al momento se sitúa
en la provincia de Mendoza, cercana al Área Protegida de Llancanelo.
Seguridad jurídica para el inversor
No sólo se incorporan ventajas otorgadas a las petroleras a través de los decretos 927 y 929 de 2013
-como la reducción y/o eliminación de aranceles aduaneros a la
importación de bienes e insumos estratégicos para el desarrollo de
proyectos y la libre disponibilidad sobre un porcentaje de la
producción, que permite vender a precio internacional y liquidar las
utilidades obtenidas en casa matriz- sino que además reduce los requisitos para acceder a ellas y las amplía.
En adelante pueden acceder los proyectos de inversión superiores a 250
millones de dólares -el decreto 929 establecía un piso de mil millones
de dólares-, y en el caso de offshore, habilita la exportación de hasta
el 60% de lo extraído -mientras que para el resto de los proyectos el
tope es el 20%. Las ventajas que otorgarían a estos proyectos –que
posibilitaría a las empresas una rápida maximización de las ganancias y
recuperación de la inversión- revela las expectativas que el Gobierno deposita en una acelerada puesta en explotación de la plataforma continental ante la falta de resultados en Vaca Muerta.
Asimismo, para hacer frente al lento
despegue de los no convencionales, los proyectos que soliciten concesión
de explotación dentro del plazo de 36 meses de entrada en vigencia de
la ley, podrán pedir una reducción de hasta el 25% del monto de las
regalías durante los 10 años siguientes a la finalización de la etapa
piloto. Salvo YPF y Chevron en Loma Campana, el resto de las compañías
con proyectos en Vaca Muerta -como Shell, Total, ExxonMobil y Petrobras-
han perforado pero no iniciado la explotación en gran escala por lo que
serían tentadas con esta reforma.
Además de transformar en ley los decretos 927 y 929, firmados pocos días antes de concretarse el convenio con Chevron, el proyecto consolida a la Responsabilidad Social Empresaria
como mecanismo de intervención en el espacio público, gestión del
conflicto social y satisfacción de demandas populares en las regiones
petroleras; un elemento que asomó con mucha fuerza en el acuerdo firmado entre la provincia de Neuquén e YPF
para la explotación de esquistos en Loma Campana. De esta manera se
dota a las petroleras de una herramienta para la construcción de
consensos y se quita al Estado y las poblaciones el poder de decisión
sobre los destinos de la renta. Por último, otra forma de transferencia
de renta, o de “otorgar beneficios”, que contempla la reforma es el compromiso del Estado Nacional de financiar obras infraestructura
estratégicas para el desarrollo de los proyectos. Esto podría implicar
al país un incremento de la deuda externa, como sucede actualmente con
los créditos del BID para transformar a Añelo en base de operaciones
para la explotación de Vaca Muerta.
Autoabastecimiento, en sentido amplio
En suma, estos movimientos llevan a
status de ley nacional elementos presentes en contratos y decretos que
sustentaron el avance de los no convencionales de manera caótica y en un
vacío jurídico significativo. Como se decía al principio y en el análisis de los primeros borradores puestos en discusión,
el proyecto apunta a la uniformización del marco jurídico
–administrativo (pliego licitatorio modelo), ambiental y fiscal- en pos
de la competitividad global más que en función de necesidades y ajustado
a procesos de decisión interno. En este sentido, el debate, la
legislación y la dinámica territorial hidrocarburífera continúa siendo
marcado a fuego por las urgencias y necesidades del sector privado y, en
menor medida, de la población. La maximización de utilidades para
los inversores no sólo se obtiene a partir de transferencias económicas
sino también con la negación al pueblo de derechos que “entorpezcan” el
ágil funcionamiento de la industria. Un ejemplo de esto puede ser la
no aplicación del derecho indígena, que está totalmente ausente en este
proyecto de reforma de la ley. En esta línea, YPF juega su rol ambiguo.
Por un lado, opera y presiona por una reforma que la beneficie en
tanto “empresa de los argentinos”. Por otro, niega acceso a información
clave, como los acuerdos que firma con otras compañías, por ser una
“empresa privada orientada a generar valor para sus accionistas”.
El autoabastecimiento continúa siendo
una consigna que no se discute -no importa para qué fin se persigue este
objetivo-, sólo se sabe a quién le adjudicaron la responsabilidad de
cumplirlo, que paradójicamente es el mismo sector corporativo que nos
llevó a esta situación.
Fuente: Observatorio Petrolero Sur (OPSur)
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