“Tomo el término indio. Es el apelativo despectivo usado contra nosotros. El látigo con que nos azotan la cara. Recojo el látigo. Me parece más apropiado en lugar de usar términos que suavizan la opresión”.
Hugo Blanco nació en Cusco, en 1934. Dirigente histórico de la lucha campesina peruana y de la izquierda revolucionaria latinoamericana, fue protagonista fundamental de la inmensa insurrección de los/las pobres del campo en los valles de La Convención y Lares que impuso de manera singular una Reforma Agraria surgida desde abajo. Luego de sus tempranas rebeldías cuando era estudiante secundario, viajó a la Argentina para estudiar agronomía al promediar los años 50. Asumió su compromiso militante en la ciudad de La Plata, donde se ligó a la organización trotskista que publicaba el periódico Palabra Obrera. Pasó entonces de la universidad a una fábrica, en realidad a su primera escuela de formación política como revolucionario. Volvió al Perú y se incorporó a la lucha campesina en 1958. Su rol fue decisivo para el fortalecimiento de los sindicatos campesinos y el desarrollo de su movilización, el impulso de la toma de tierras y la conquista de la Reforma Agraria, resistiendo la represión del Estado y de los gamonales incluso con acciones armadas. Lo que ocurrió en los valles de La Convención y Lares, entre fines de los años 50 y principios de los 60, fue el inicio de una verdadera revolución agraria. Perseguido por los poderes fue capturado en mayo de 1963. Tres años después fue juzgado por un tribunal militar que intentó condenarlo a muerte. Una inmensa solidaridad nacional e internacional hizo que le conmutaran la pena por 25 años de prisión. A principios de los 70 fue liberado mediante una amnistía por el gobierno militar nacionalista de Velasco Alvarado, recibiendo la oferta de participar en su gestión. Rechazó tal ofrecimiento, con lo cual sufrió su primera deportación en 1971. Después sufriría dos deportaciones más. En 1978 fue elegido para la Asamblea Constituyente. En 1980 asumió como diputado y en 1990 como senador. Este último mandato fue interrumpido por el autogolpe de Fujimori de 1992. Su inmensa trayectoria, sin embargo, está plasmada en su lucha extraparlamentaria. En las movilizaciones y en las huelgas de ayer y de hoy, en los Andes y en la Selva, Hugo Blanco sigue transmitiendo una invalorable experiencia acumulada en un recorrido que supera 50 años de lucha indoblegable.
Editorial Herramienta publicó Nosotros los indios. La publicación surge del trabajo colectivo: involucra a dos casas editoras, contiene comentarios de Raúl Zibechi y Eduardo Galeano, y el prólogo es de Norma Giarraca.
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- Comentario de Eduardo Galeano
Estas páginas, escritas a borbotones, desordenadas, jubilosas y desesperadas, cuentan las aventuras y desventuras del hombre que encabezó la lucha campesina en el Perú, el organizador de los sindicatos rurales, el que impulsó una reforma agraria nacida desde abajo y desde abajo peleada.
Hugo Blanco ha caminado su país al revés y al derecho, desde las sierras nevadas a la costa seca, pasando por la selva húmeda donde los nativos son cazados como fieras. Y por donde pasaba, iba ayudando a que los caídos se levantaran, y los callados dijeran.
Las autoridades lo acusaron de terrorista. Tenían razón. Él sembraba el terror entre los dueños de la tierra y de la gente.
Durmió bajo las estrellas y en celdas ocupadas por las ratas. Hizo catorce huelgas de hambre. En una de ellas, cuando ya no aguantaba más, el ministro del Interior tuvo un gesto cariñoso y le envió, de regalo, un ataúd.
Más de una vez, el fiscal exigió la pena de muerte, y más de una vez se publicó la noticia de que Hugo había muerto.
Y cuando un taladro le abrió el cráneo, porque una vena estalló, Hugo se despertó con pánico de que los cirujanos le hubieran cambiado las ideas.
Pero no. Seguía siendo, con el cráneo cosido, el mismo Hugo de siempre.
Sus amigos estábamos seguros de que ningún trasplante de ideas iba a funcionar. Pero sí temíamos que Hugo despertara cuerdo.
Y a la vista está: él sigue siendo aquel loco lindo que decidió ser indio, aunque no era, y resultó ser el más indio de todos.
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► Lucha indígena
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