“Si nosotros, los organismos de DDHH y los movimientos sociales, no miramos con ojos independientes la política, vamos a ir perdiendo espacios para lograr la justicia social que queremos”
Nora Cortiñas
-¿Cómo ha sido la experiencia acumulada año a año en la lucha por los Derechos Humanos desde Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora?
Nosotras, las madres –y si bien hablo a título personal hay muchas madres que pensamos lo mismo–, con el paso del tiempo, hemos tenido diferentes opiniones, no como hasta hace unos años que era un pensamiento homogéneo, con la mirada puesta en una política bien determinada. El cambio de Gobierno hizo que las opiniones variaran. En mi caso, sigo con mis ideas como el primer día que salí a la calle a buscar a mi hijo, cuando se lo llevaron el 15 de abril de 1977. No pensamos que el golpe iba a ser así de dramático y siniestro. Gustavo tenía que irse al exilio con su esposa y su hijo pero decidieron quedarse: tenían a su cuñado preso así que había un compromiso. A partir de allí, empezó una cosa totalmente distinta: buscar a mi hijo para encontrarlo con vida. Comenzaron a aparecer otras madres y así empezamos a ir a la Plaza de Mayo. El objetivo era la aparición con vida y ese era nuestro camino. Con el tiempo, vimos que esto se hacía más difícil porque sabíamos que ya había muchos asesinatos y estaban los vuelos de la muerte. Allí las madres fuimos adquiriendo una experiencia que te da la calle, que no te dan las oficinas, y fuimos entendiendo todo lo que había quedado en el camino. Así empezamos a levantar todas las banderas de lucha. Empezamos a ver que éramos parte de la historia y que teníamos que marchar al compás de ella: participar en los movimientos sociales como apoyo, no como parte, reclamando por la salud, por los jubilados, y así se fue dando el andar.
Ahora la perspectiva de lucha es amplia, porque las madres que asumimos este compromiso contra la exclusión y la represión –que todavía hay en cada protesta– vimos que una cosa era la dictadura cívico militar religiosa y otra estos 30 años de gobiernos constitucionales, con una democracia que está siempre manteniéndose con esfuerzo. No se reconstruye tan fácilmente un país después de un gran desastre y genocidio como el nuestro, y después de 10 años de un gobierno como el de Carlos Menem. Ahora la respuesta del pueblo se hace sentir: la extracción de las riquezas y del gas que nos está destruyendo, permitir que Monsanto –expulsado de todo el mundo– se instale en la Argentina y fabrique semillas transgénicas, una ley de tierras diseñada para los grandes empresarios y terratenientes. Quizá no tenemos una fecha de cuándo empezamos a darnos cuenta de que al reclamo de la aparición de nuestros hijos e hijas, le sumamos las cosas por las que luchaban. Porque en nuestra lucha están presentes los 30.000 desaparecidos, los que estuvieron presos y los que se fueron al exilio y les costó tanto la vuelta y recomponer su familia.
Y así como caminé y asumí, con un equipo donde esta Pérez Esquivel, el no pago de la deuda externa, porque la plata se pidió durante la época de la dictadura para armar los campos de concentración genocidas; porque con esa plata se compraron las armas para matar al pueblo, las picanas y toda la parafernalia; parte de esa deuda también fue para organizar el mundial de fútbol para tapar lo que pasaba. Cuando vino el mundial todos salieron a la calle, festejaron que ganamos y detrás de eso el horror. Por eso llegó el momento de decir que no queremos pagar más la deuda, que encima ya la hemos pagado con creces. Se paga una deuda cuando la adquiriste para el bien y el progreso, no para destruir lo que construimos todos los argentinos. Hoy se paga la deuda y 4 millones de jubilados, que aportaron 30 o 40 años, cobran la mínima. En vez del club de parís se puede hacer el club de los acreedores, que paguen los que tienen que pagar, no el pueblo. Esto lo digo personalmente y lo aprendí caminando en la calle.
-¿Cómo ve la situación de la Ley Antiterrorista y el Proyecto X, teniendo en cuenta que en los últimos días se conoció información sobre las listas que están en este proyecto que incluyen por ejemplo al Padre Pepe y también a muchas organizaciones sociales y luchadores?
Todo tiene que ver. ¿Para qué la ley antiterrorista? Si los que ayudaron a que se hiciera el atentado de la AMIA están acá, son argentinos y millonarios. Entonces, ley antiterrorista ¿para qué y para quién? Están provocando una reacción contraria al discurso del gobierno que niega ser el responsable. ¿Cómo se les puede ir de la mano la Gendarmería y otras fuerzas, a un gobierno constitucional que tenía la fuerza del voto? Estas cosas no favorecen.
-En referencia a esto, ¿cree que está separado del Estado, o que hay una serie de políticas públicas que apuntan a la criminalización de la protesta?
Yo creo que hay una criminalización y una judicialización de la protesta: a los trabajadores se los lleva a juicios donde está todo armado, donde jueces y fiscales están preparados para condenar a trabajadores. Nosotras a veces concurrimos apoyando a los trabajadores, a quienes injustamente se los quiere condenar y luego así se los excluye y se los saca de la lucha porque están marcados.
De todos modos, no todos los organismos de Derechos Humanos ni todas las madres están en este momento, puestos en este compromiso de mirar con ojos independientes. Si nosotros, los organismos de DDHH y los movimientos sociales, no miramos con ojos independientes la política, vamos a ir perdiendo espacios para lograr la justicia social que queremos y que fue el motor, no solamente de los desaparecidos, sino de muchas otras generaciones que lucharon.
-En ese mismo sentido, ¿cómo ve las luchas que han surgido por crímenes sucedidos en los últimos años: por ejemplo los casos Fuentealba, Luciano Arruga, Mariano Ferreyra y la tragedia de Once?
Yo creo que esos hechos tan terribles se dan en un plan de intimidación a la población en sus luchas. La corrupción de las empresas de servicios públicos donde, por ejemplo, viajan miles de usuarios se ha tragado la plata, y después las tragedias ocurren, como en el caso de Once, de Cromañón, que muestran una desidia y una mirada indiferente para el cuidado de la población.
A eso se le suma una justicia lenta. Ahora se está discutiendo el tema de la justicia que me parece muy bien, si es sincero: quiero una justicia para todos y todas, para que pobres y ricos tengan el mismo acceso a ella. Esa es la verdadera justicia democrática.
-Y con respecto a la justicia actual, ¿cómo ve el desarrollo de las causas?
El mayor logro que tuvimos los organismos de Derechos Humanos fueron los juicios. En ningún país de Latinoamérica van a encontrar que se estén juzgando a los genocidas. Acá el pueblo salió a la calle y consiguió los juicios y tirar abajo las leyes de impunidad, obediencia debida y punto final. Eso es un avance y tenemos que verlo, porque si no, perdemos. Este es un momento que hay que aprovechar, hay que empujarlo, porque los jueces están muy reacios a cumplir su rol: el caso de Marita Verón, el de Luciano Arruga, donde la justicia mira para otro lado y al comisario del caso Arruga lo sacan del antro donde torturó y hay un chico desaparecido, pero le dan un cargo en otro lugar con la misma policía. No toda la gente que está en derechos humanos decide dejar de lado un partidismo para defender lo que tenemos. A la democracia hay que defenderla a rajatabla, y a los defectos de un gobierno constitucional hay que señalarlos, porque esa es la base para que logremos esa democracia que queremos, no una disfrazada con pintura.
- El pasado 10 de diciembre usted presentó un Hábeas Corpus por el paradero de su hijo Gustavo, desaparecido hace 36 años, ¿por qué utilizo ahora esa figura legal y cómo está esa causa actualmente?
Yo presenté muchos Hábeas Corpus (HC) cuando se llevaron a Gustavo y siempre fueron negativos los resultados. Pasaron los años y pocas, tal vez sólo unas 300 causas, pudieron ser resueltas y se dio a conocer dónde estaban las tumbas; incluso son pocos los casos con testigos de primera donde se pudo averiguar sobre algún dato. Y los testigos sobrevivientes tampoco son tantos. Entonces yo quiero que el Estado me diga donde esta mi hijo y que paso con él y tiene que hacerlo porque es su obligación. El HC es presentación del cuerpo, no hay nada oculto detrás; yo sólo quiero que el Estado busque a mi hijo. Y está frenado, que debería tener 24 horas de buscar y buscar, y sin embargo, la primer noticia es que no tuvo paso por ninguna fuerza, y no hubo ninguna respuesta más, tal cual como en la época de la dictadura militar. Ahora está detenido en un juzgado, pero yo lo voy a seguir a muerte. La base para que cada familia sepa es abrir los archivos y punto, porque habrán destruido muchos, pero aún existen, y el pueblo tiene que conocer paso por paso esa terrible incógnita. Esto que yo hice no es un imposible; ahora sí que trabajen los jueces y que el Estado ponga voluntad. Que no me digan “pero bueno están los juicios” para mí no es suficiente, quiero que me digan dónde está Gustavo.
- ¿Cómo fue la desaparición de Gustavo?
Gustavo vivía acá en Morón en ese momento, militaba en la unidad básica del barrio que luego se tuvo que volver clandestina, al igual que él. Aunque cuando se lo llevaron no estaba clandestino, vivía en casa con nosotros y con Ana, su compañera. Eso sucedió en la estación Castelar, y se van a cumplir 36 años ahora en abril, por eso como no voy a tener derecho a hacer un HC justo ahora. Además no deseo que la gente que busca justicia tenga que luchar y esperar el tiempo que nosotros estuvimos que esperar pidiendo justicia, no hay nadie que diga “total hay tiempo si las madres y las abuelas esperaron…”. No, no esperamos, luchamos. Nuestras circunstancias fueron diferentes: fue en una dictadura genocida, y si bien con el gobierno de Alfonsín, hubo intención de la justicia aunque con trabas, después vinieron los indultos.
- ¿Cómo ve hoy a América Latina?
Yo veo que en América Latina surgieron vientos políticos interesantes, que hay un fueguito como diría Galeano, que va creciendo. Lamento la muerte de Chávez, desde luego también lamento la muerte de Kirchner, porque él hubiera acompañado como acompañó cuando fue el abajo el ALCA, teniendo claro cómo había que luchar juntos. Creo que la muerte de Chávez trae una incógnita de cómo seguir al pueblo de Venezuela, que ha sufrido golpes y no militares, sino cívicos por la entrega del petróleo y del país. América Latina está en un momento álgido para no perder todo lo que se avanzo.
- ¿Qué mensaje les daría a los jóvenes hoy?
Que hay que tener metas y hay que luchar por esas metas y no negociar nada. Hay que mantener los principios, eso le digo a los jóvenes, los principios tienen que morir con uno, no se puede andar negociando: yo te doy esto, vos me das aquello y yo me callo la boca. Si seguimos callándonos las cosas que pasan van a seguir avanzando como todos estos crímenes que están ocurriendo ahora, con las grandes avanzadas de la droga donde hay metidos grandes poderes políticos detrás, y donde hay una permisividad. La mira del gobierno en vez de vigilarnos a nosotras y a los movimientos sociales, debería mirar a esos sectores.
Yo quiero agregar que reivindico todos los días la lucha de mi hijo, porque lo que ellos querían era para el pueblo en su totalidad: justicia social, que no haya chicos ni grandes que no coman, que no haya gente sin acceso a la salud por que el estado se despreocupa de hacerlo. Yo todos los días lo reivindico y estoy orgullosa. Creo que es una generación a la que le quitaron la vida porque molestaban al proyecto que tenía Estados Unidos en la preparación de los golpes de estado y del operativo Cóndor en cada país. Por eso ahora los vientos que hay en América Latina me alegran, ya que podemos luchar por la liberación y para sacarnos esas garras que día a día quieren apoderarse de lo nuestro.
- ¿Y a las organizaciones sociales y los organismos para este 24 de marzo?
Creo que las organizaciones sociales se tienen que mover al ritmo de los tiempos, se tienen que fijar metas, qué quieren y a dónde quieren llegar. Yo conozco la situación de los organismos de DDHH. Hace unos diez años, con este gobierno se desbordó el trabajo de los organismos, porque creyeron que a los avances y logros había que agradecerlos. Un gobierno que quiere defender los DDHH de un pueblo y que quiere darles logros después de años de lucha, debe tomarlo como una obligación, no como un gesto heroico. Desde luego tenemos que apreciarlo, porque con ningún otro gobierno nosotros tuvimos acceso a la justicia. Pero los logros también tienen que ver con la solidaridad de los testigos, de los abogados que ponen el cuerpo y de jueces que están en varios juicios porque algunos de los juicios tardaron porque no había quienes quisieran afrontar esa responsabilidad.
¿Qué queda? Y que cuantos años tengo, voy a cumplir 83 que serían vital y móvil.
Por Luka Morello y Lucrecia Fernández.
Primera entrega de la entrevista a Nora Cortiñas.
Segunda parte de la entrevista a Nora Cortiñas, la mujer que desde 1977 levanta incansablemente la bandera de los derechos humanos.
Fuente: Marcha Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario