Entrevista a Nora Cortiñas,
Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, a dos semanas de cumplirse 37 años del último golpe cívico
militar religioso en Argentina.
“Si nosotros, los organismos de DDHH y los movimientos sociales, no miramos con ojos independientes la política, vamos a ir perdiendo espacios para lograr la justicia social que queremos”
Nora Cortiñas
-¿Cómo ha sido la experiencia acumulada año a año en la lucha por los Derechos Humanos desde Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora?
Nosotras, las madres –y si bien hablo a título personal hay muchas madres que pensamos lo mismo–, con el paso del tiempo, hemos tenido diferentes opiniones, no como hasta hace unos años que era un pensamiento homogéneo, con la mirada puesta en una política bien determinada. El cambio de Gobierno hizo que las opiniones variaran. En mi caso, sigo con mis ideas como el primer día que salí a la calle a buscar a mi hijo, cuando se lo llevaron el 15 de abril de 1977. No pensamos que el golpe iba a ser así de dramático y siniestro. Gustavo tenía que irse al exilio con su esposa y su hijo pero decidieron quedarse: tenían a su cuñado preso así que había un compromiso. A partir de allí, empezó una cosa totalmente distinta: buscar a mi hijo para encontrarlo con vida. Comenzaron a aparecer otras madres y así empezamos a ir a la Plaza de Mayo. El objetivo era la aparición con vida y ese era nuestro camino. Con el tiempo, vimos que esto se hacía más difícil porque sabíamos que ya había muchos asesinatos y estaban los vuelos de la muerte. Allí las madres fuimos adquiriendo una experiencia que te da la calle, que no te dan las oficinas, y fuimos entendiendo todo lo que había quedado en el camino. Así empezamos a levantar todas las banderas de lucha. Empezamos a ver que éramos parte de la historia y que teníamos que marchar al compás de ella: participar en los movimientos sociales como apoyo, no como parte, reclamando por la salud, por los jubilados, y así se fue dando el andar.
Ahora la perspectiva de lucha es amplia, porque las madres que asumimos este compromiso contra la exclusión y la represión –que todavía hay en cada protesta– vimos que una cosa era la dictadura cívico militar religiosa y otra estos 30 años de gobiernos constitucionales, con una democracia que está siempre manteniéndose con esfuerzo. No se reconstruye tan fácilmente un país después de un gran desastre y genocidio como el nuestro, y después de 10 años de un gobierno como el de Carlos Menem. Ahora la respuesta del pueblo se hace sentir: la extracción de las riquezas y del gas que nos está destruyendo, permitir que Monsanto –expulsado de todo el mundo– se instale en la Argentina y fabrique semillas transgénicas, una ley de tierras diseñada para los grandes empresarios y terratenientes. Quizá no tenemos una fecha de cuándo empezamos a darnos cuenta de que al reclamo de la aparición de nuestros hijos e hijas, le sumamos las cosas por las que luchaban. Porque en nuestra lucha están presentes los 30.000 desaparecidos, los que estuvieron presos y los que se fueron al exilio y les costó tanto la vuelta y recomponer su familia.